Alcaldes locales, clave | El Nuevo Siglo
Martes, 8 de Marzo de 2016

*Máxima transparencia en su elección

*Claroscuro de la democracia local

 

Como se sabe, las alcaldías locales en Bogotá muchas veces se han convertido en epicentro de corruptelas y de falta de administración. En ciertas ocasiones se han vuelto verdaderas ‘repúblicas independientes’, en la medida en que no responden a los criterios centrales de planeación y directrices por parte de la Alcaldía Mayor.

 

En principio, claro está, se determinaron en el Estatuto Orgánico como una profundización de la democracia en la capital, siguiendo la división territorial establecida en París. En una época el sistema hizo implosión hasta que se decidió centralizar el gasto, sin que por ello se evitara que las Juntas Administradoras Locales actuaran de corporación para planear los recursos de la zona y designar al alcalde local de las ternas presentadas a su consideración.

 

Para nadie es secreto, sin embargo, que al generarse coaliciones para la designación de los alcaldes locales, las circunstancias derivan en favoritismos y canonjías. Si bien las alcaldías locales son débiles frente a las funciones que tienen, igualmente han servido de correa de transmisión para los privilegios. Todo ello, de algún modo, fruto de la cercanía entre quien es designado y el grupo de electores en la Junta Administradora Local.

 

Para romper ese tráfico de favores lo más indicado sería la elección popular directa de los alcaldes locales. El problema radica, no obstante, en que al ser escogidos por esta vía podrían tener, sumados todos, un cúmulo de sufragios superior al del Alcalde Mayor y enervar la administración general. En efecto, alcaldes locales, dependiendo el tamaño de la zona, podrían ser elegidos por entre 20 y 150 mil votos, generando una modificación completa del espectro político y administrativo capitalino.

 

Descartada esta posibilidad, la que existe de elección por parte de las Juntas Administradoras Locales tampoco es la mejor, por cuanto, como se dijo, genera grupúsculos de intereses en las localidades e impide una visión general de la ciudad.

 

Aun así, tampoco sería dable un regreso a los alcaldes menores, designados por la Alcaldía Mayor, sin filtro popular alguno, por cuanto las localidades se han acostumbrado al trámite y a ese tipo de democracia indirecta que les perite algún tipo de escrutinio público sobre el mandatario zonal.

 

Por lo pronto, ciertamente, algo ha mejorado el tema de las alcaldías a partir del concurso de méritos,  que permite un registro previo de quienes pueden ser alcaldes locales. Sin embargo, en múltiples zonas y en diferentes tiempos se puede constatar que el sistema no ha estado exento de corrupción y de deslinde con las directrices provenientes del Plan de Desarrollo Distrital y la armonización con los planes locales.

 

Para que esto no ocurra, precisamente, para Bogotá resultaría de gran interés que la Personería y la Contraloría, no sólo no correspondieran a las coaliciones políticas en el Cabildo Distrital, sino que igualmente fueran totalmente independientes en las delegadas de las localidades. Como no es así, fruto de la división de intereses de las coaliciones que logran nombrar a los dos altos funcionarios, el control político, jurídico y fiscal pasa a ser de segundo orden.

En estos días, la capital se apresta a seleccionar el funcionariado local, primero los alcaldes y luego de los organismos de control, en lo que debería estar puesto el ojo avizor. El alcalde mayor, Enrique Peñalosa, tiene ahí un gran reto para asegurar buena parte de su voto programático. En el sector de las localidades de la ciudad existe, a no dudarlo, gente muy valiosa, cuyo propósito fundamental es dar respuesta a los problemas del entorno, pero igualmente hay otra que se ha enquistado en los lugares para medrar en busca de alternativas non sanctas. Lo más importante está en que la selección de los alcaldes locales sea fruto de un verdadero escrutinio público. Para ello no sólo debería darse la figura de los cabildos abiertos, ahora que está tan de moda la participación ciudadana, sino igualmente televisar todo el proceso en Canal Capital, así como hacer lo más transparente posible la designación a través del resto de los medios de comunicación.