LA MAYOR parte de las proyecciones de los analistas financieros, prevén que, para el próximo año, es decir, el 2025, habría una mayor devaluación del peso.
Por ejemplo, los investigadores del BBVA, dicen que “el peso colombiano se depreciará en 2024 y 2025 hacia niveles en torno a los $ 4.450 por dólar, producto de varias presiones sobre la moneda. Entre estas, se resalta la reducción de los diferenciales de intereses con las economías desarrolladas. Para el cierre de 2023, la proyección es de $ 4.180 por dólar”.
Al mismo tiempo, los especialistas en el mercado cambiario del Bancolombia, no ven mayores cambios en el comportamiento de la tasa representativa del mercado (TRM) del peso respecto al dólar estadounidense, pues, según ellos, hay condiciones externas que han logrado estabilizarse, quitándole fuerza al impacto de que una posible desaceleración externa y gran volatilidad pueda tener sobre la economía nacional.
Debilidades
Por ende, los economistas advierten que la menor debilidad externa, junto a una estabilización de las condiciones financieras globales, previo al inicio de los recortes de la tasa de intervención de los bancos centrales de las principales economías del mundo en el segundo semestre del 2024, permitiría un panorama de estabilidad con un ligero sesgo a la devaluación de la tasa de cambio de la moneda local respecto al dólar.
En los últimos meses, la tasa de cambio ha presentado una tendencia alcista, sin embargo, continúa como la moneda de mejor desempeño de la región durante el 2023.
Este comportamiento reciente obedeció, en gran medida, a un contexto internacional incierto, que favoreció el fortalecimiento del dólar a nivel global. En concreto, las señales dadas por la Reserva Federal de tasas más altas por más tiempo han sido la principal fuente de incertidumbre y volatilidad en los mercados.
Señalan los investigadores que “la resiliencia de la actividad económica de EE. UU., sustentada en la fortaleza del mercado laboral, es la principal razón detrás de la decisión de sostener la política monetaria contractiva por un periodo más largo. Además, si bien el ciclo de ajustes ya habría terminado, la posibilidad de que se lleven a cabo incrementos adicionales en las tasas de interés durante la última reunión del año se mantiene latente, especialmente debido a que el reto inflacionario aún no se habría superado”.
Por otro lado, las tensiones geopolíticas, reavivadas por el recrudecimiento del conflicto en el Medio Oriente favorecieron un sentimiento de aversión al riesgo generalizado, lo cual aumentó el apetito por dólares a nivel global como activo refugio.
Efecto local
En Colombia, indican los investigadores, “la institucionalidad económica y política permitieron que disminuyera la percepción de riesgo país. El compromiso con el cumplimiento de la regla fiscal, así como el debate de las reformas en el Congreso, han permitido que se disipen los temores por parte de los inversionistas internacionales”.
Por otra parte, la persistencia de la inflación en Colombia y las elevadas tasas de interés han ampliado los diferenciales en los tipos nominales del país frente a sus pares.
Además, la reducción de los déficits gemelos durante el 2023, en particular el de cuenta corriente, ha disminuido las vulnerabilidades externas, esto ha hecho que el rol de la tasa de cambio como variable de ajuste se ha reducido ante la menor necesidad de financiamiento externo.
Como consecuencia de lo anterior, “anticipamos que las condiciones financieras a nivel internacional se relajarían únicamente hasta el segundo semestre del 2024. Esto, sumado a los retos locales en materia de consolidación fiscal y a la desaceleración de la economía, deberían conllevar a un promedio en la tasa de cambio de alrededor de $ 4.250 en el próximo año”.