Una invitación a marchar | El Nuevo Siglo
Martes, 14 de Febrero de 2023

Al escribir esta columna no tengo conocimiento de lo que sucederá iniciando la semana, con las diferentes convocatorias e invitaciones a marchar que hemos recibido los ciudadanos y espero con vehemencia que todo transcurra en orden, equilibrio y normalidad, pues de lo contrario tendremos un maremágnum fenomenal, especialmente por tener eventos los tres primeros días de la semana.

Lo extraño de esta situación es la convocatoria hecha por el Señor Presidente de la República, pues llama a marchar en respaldo de unas propuestas de cambios o ajustes, en primer término, a la salud, tema debatido en los últimos días por las distintas posiciones de sectores conocedores y responsables del asunto. Otro propósito que motiva el llamado presidencial es el ajuste laboral, que viene acompañado del pensional, discutidos ya como el anterior en múltiples estadios tanto gubernamentales como legislativos.

Todo tendría visos de normalidad si las propuestas se conocieran y hubieran sido socializadas en la comunidad, pero la realidad es que se ignoran los textos, por lo tanto es un poco difícil participar en eventos de respaldo a modificaciones que no han sido valoradas, ni debatidas en el estadio ideal y establecido en la Constitución como es el Congreso. No es saludable descargar responsabilidades en la comunidad, que no tiene herramientas, habilidades, conocimientos, ni recursos para tomar decisiones o posiciones poco direccionadas por un anterior debate serio y responsable, que sería el camino ideal.

Consultar o citar al pueblo para que, con su sola presencia multitudinaria, respalde y avale decisiones que a futuro comprometen intereses colectivos, no es ingenioso. Me he preguntado si el gobierno con esta estrategia busca salidas eficientes y facilistas, logrando el respaldo a futuras propuestas con la presencia popular en las calles y nos está midiendo el aceite para utilizar ese camino creando fuerza de democracia participativa, con la presencia callada, sorda y reverente del país en general.

Por otro lado, llevar la ciudadanía a las calles no deja de ser riesgoso. El manejo de multitudes, por pacíficas que parezcan, no es tarea fácil, pues son susceptibles a múltiples circunstancias que las pueden alterar, desde el mismo clima, mucho sol, profuso frío y la lluvia, son elementos que pueden modificar el comportamiento de la masa.

Esto sin hablar de la intolerancia que acompaña nuestra sociedad, exacerbada en estos tiempos, naturaleza fácil de estimular y posible de multiplicar. Además, no olvidemos los agitadores profesionales que, siguiendo delineamientos establecidos, pueden infiltrar la marcha y alterar el orden público, convirtiendo el espíritu de respaldo en una escalada violenta, escenario donde debe, por fuerza de las circunstancias, actuar la policía con sus diferentes unidades antidisturbios y como siempre, llevando la peor parte en el teatro de los acontecimientos.

Sin textos no puede haber debate callejero.