Trump, caso psiquiátrico | El Nuevo Siglo
Lunes, 10 de Octubre de 2016

Harold Laswell, profesor de Yale, una de las cumbres del pensamiento político estadounidense, escribió en 1930 la obra antológica Psicopatología y Política donde investiga las relaciones íntimas entre personalidad de líderes y acción política. Sus conclusiones, además de venir siendo validadas en estudios académicos posteriores, corroboran las relaciones entre sanidad mental y buena o mala dirección de asuntos públicos.

Dentro de esta línea, Dan McAdams, profesor de Desarrollo Humano y Política Social de Northwestern, llevó a cabo un estudio preliminar, a publicarse próximamente como libro, “The Mind of Donald Trump” [Atlantic, junio 2106]. Más de 100 años de trabajo empírico, bosquejado imperfectamente por Sigmund Freud, ha derivado en cinco grandes rasgos fundamentales de la personalidad de relevancia en la acción de líderes políticos.

Estos cinco rasgos son:

1.    Extroversión como indicador de deseo de dominio social, entusiasmo y búsqueda de compensaciones a déficit afectivos;

2.    Neurosis como indicador de ansiedad, inestabilidad emocional, tendencias depresivas y emociones negativas;

3.    Conciencia como indicador de laboriosidad, disciplina, obediencia de normas y organización;

4.    Agradabilidad como indicador de calidez, atención a los deseos, entre otros, altruismo, compasión y modestia;

5.    Apertura como indicador de curiosidad, no convencionalidad, imaginación y receptividad a nuevas ideas.

La mayoría de seres fluctúa en las pruebas adelantadas por puntos medios. La investigación muestra que altos puntajes en extroversión se asocian con felicidad y efectiva conectividad social, en conciencia son predictivas de rendimientos académicos y laborales favorables y en apertura con relaciones íntimas estables y prolongadas. Por contraste, resultados altos en neurosis son expresión probada de  infelicidad, relaciones disfuncionales y problemas mentales. Desde la adolescencia a la madurez, estos puntajes tienden a nivelarse.

Fundados en los cinco indicadores, los psicólogos S.J. Rubenzer y T.R. Faschingbaur, cabezas de un grupo de 120 expertos en historia y otras disciplinas realizaron el análisis de todos los presidentes norteamericanos, desde George Washington hasta Barack Obama. Gana en extroversión Teddy Roosevelt. Richard Nixon es el perdedor en agradabilidad.

Adams en su estudio se toma la tarea de entrar en los rasgos de Trump, quien rehusó someterse a psicoanálisis y menos a entrevista suya. Sus conclusiones: triunfador en extroversión [lindante con el exhibicionismo]. Neurótico máximo cuyos puntos de paroxismo son ansiedad continua e inestabilidad emocional como lo prueba su récord sentimental. Agradabilidad limitada a áreas de coincidencia con sus iguales. Apertura mínima, concentrada en imaginación de sustrato egoísta. 

Conciencia es el elemento fundamental de observación por tratarse de un potencial presidente que tendría en su mano las vidas de millones. Es laborioso y disciplinado pero la agresividad tiende a romper líneas rojas que lo protegen de la seguridad. Ejemplo: las sucesivas bancarrotas billonarias que le permiten reclamar deducciones tributarias y no haber pagado impuesto a la renta en 18 años.

No lo hace el profesor Adams pero sí cabe preguntar: ¿estaría listo a apretar Trump presidente el botón nuclear retado por su igual de Corea del Norte, en competencia estos dos neuróticos extrovertidos en estado inconsciente?  No se puede olvidar que Trump niega el problema ambiental y ha sugerido que una guerra nuclear no sería después de todo muy grave.

No son ni siquiera las revelaciones de su podredumbre sexual y ética -que quizás la hayan tenido otros mandatarios- sino la proclividad a cruzar zonas de peligro. O la coincidencia que lo hace agradable a casi la mitad de los votantes en Estados Unidos. Trump es el más grave peligro político que se ha cernido sobre este país. Porque sus indicadores –lo consulté al escribir esta columna con otro eminente psiquiatra norteamericano de la Universidad de Emory- son evidencia de muy graves desequilibrios psiquiátricos.

¡Que millones de estadounidenses lo sigan respaldando es señal de la grave crisis ética que EE.UU. padece!