Saliendo del clóset | El Nuevo Siglo
Martes, 9 de Mayo de 2017

La reciente convención del Centro Democrático que se verificó, como corresponde a la naturaleza de ese Partido, en las instalaciones de un templo cristiano, significó, ¡por fin! la salida del closet de esa agrupación política, que por boca de su “Presidente Honorario Vitalicio” declaró que el Partido se llama Centro Democrático por “circunstancias fortuitas” puesto “que políticamente es todo menos de centro, éste es un partido de derecha”.

Está muy bien que el partido haya dejado la farsa de aparentar ser de centro. Ya no falta sino que se quite la otra parte de la máscara, la de “democrático”, pues para nadie es un secreto que funciona como la URSS de Stalin, sobre el culto a la personalidad de su líder amado, eterno e infalible como cualquier Kim Il Sung de Corea del Norte ¿Cómo se llamarán ahora? 

Es todo un acontecimiento político que ese partido se reconozca como derecha pura y dura, sin ambages y que declare que su único objetivo es el retroceso hacía la guerra, mediante el nada eufemístico recurso de “hacer trizas” el Acuerdo de Paz.

La declaración del presidente honorario es el simple reconocimiento de la evidencia pública inocultable. Como al señor que cuando se le notan las uñas largas pintadas, los tacones, los vestidos ajustados, los labios rellenos y las prótesis no es que salga del closet, sino que ya no cabe.

Había indicios de la derechización absoluta de ese partido. Y no de una derecha decente y democrática, tan necesaria en el espectro político nacional, sino de la peor versión de esa ideología. 

Un ex sicario famoso convocando a sus marchas, sin que las directivas del partido lo rechazaran manifiestamente. Unos individuos con camisetas de “No a la Restitución de Tierras” participando en manifestaciones de ese partido. Una definición ofensiva para las madres de las víctimas de los falsos positivos de Soacha, diciéndoles con sorna criminal que sus muchachos “no estarían recogiendo café” o una revictimización de los millones de desplazados que para uno de los ideólogos del expartido de centro, no eran más que “migrantes internos”.

Todos esos pequeños detalles mostraban que el partido era de la derecha más extrema, de la misma que decidió organizar en Popayán, la cuna de una de sus más conspicuas senadoras, una marcha de jóvenes camisas negras. Toda una simbología del más tradicional y acendrado fascismo europeo.

Total, no es que su ahora presidente en realidad haya salido del closet político para declarar abiertamente su derechismo. Es que ya había tantas pruebas que no había ninguna razón para mantener la farsa. 

Es ahora a los votantes a los que les corresponde decidir si se identifican con las propuestas antifemeninas y antiminorías de Ordoñez, o con la de Uribe de subir la edad de jubilación de las mujeres o con la oposición institucional de ese partido a la restitución de tierras a los millones que fueron desplazados de sus parcelas por los paramilitares.

Votos no les faltarán porque, como decía un dirigente de la derecha decente que ya no existe: Los pueblos tienen los dirigentes que se merecen. 

@Quinternatte