Repeticiones | El Nuevo Siglo
Martes, 24 de Enero de 2017

Desde el 18 brumario Carlos Marx, agregando un texto de Hegel,  sostenía que los hechos se suceden, primero como tragedia, luego como comedia. En Colombia, donde, como decía Julio Flórez, todo nos llega tarde, la comedia de los hechos repetidos aún no ha llegado. Pero la repetición, sí. Y siempre como tragedia.

El exterminio de la UP, uno de los episodios más vergonzosos de la historia nacional, no solo por la impunidad en que ocurrió, sino por el silencio cómplice de la mayoría de la sociedad, se está repitiendo en esta época. Según estadísticas publicadas en la prensa nacional, en el año de 2016 se asesinaron en Colombia por lo menos 70 líderes sociales.

En 2017 el tema no parece disminuir, sino que muestra, como dicen los estadísticos, una tendencia ascendente. Enero de 2017 se inauguró con el asesinato de Emilsen Manyoma y su compañero Joe Javier Rodallega, en jurisdicción del municipio de Buenaventura, una de las localidades en la que confluyen casi todos los factores de violencia del país. Y el desangre no ha parado en este mes.

El problema es grave en extremo. Pero lo más grave no es solo que ocurra, sino que como en los 50 cuando mataban líderes liberales o en los 80 cuando asesinaban líderes de Derechos Humanos, o en los 90 cuando asesinaban a los de la UP, todavía persista una especie de evasión social que le resta gravedad a la tragedia, sobre la base de que los muertos son los dedicados a una actividad concreta o en una región determinada, de modo que todos los ajenos a esas tareas o a esas zonas geográficas no asumen el tema como problemático.

La política, que es un buen termómetro de las preocupaciones nacionales, ha dedicado, por ejemplo, un gran esfuerzo y ha obtenido un enorme despliegue por la supuesta disminución del pie de fuerza que integra el esquema de seguridad del ex ministro uribista Fernando Londoño Hoyos. El Centro Democrático, el mismo partido que ha organizado manifestaciones de camisas negras o acepta gentes en sus mítines con camisetas de “no a la restitución de tierras” se muestra tan preocupado por la potencial inseguridad de su exministro, como indiferente frente a la realidad de los asesinatos de los líderes sociales o de restitución de tierras.

Los medios cada vez reducen más el despliegue noticioso de los asesinatos de esos líderes, contribuyendo con esa política informativa a la invisibilización del problema. Y los partidos de izquierda tampoco se salvan. Sorprende el silencio frente a las evidencias halladas por las autoridades sobre varios casos en los que las balas asesinas provinieron del Eln o de las Farc o de ex combatientes de esa organización. Tal parece que esa teoría tan marxista de la “agudización de las contradicciones” sigue tan campante en mucha gente de izquierda.

Ese finalmente es el gran problema nacional. Mientras las razones ideológicas sigan justificando o haciendo indiferentes los homicidios de los adversarios políticos, es imposible construir un país en paz. Aún no aprendemos que no hay ideología que justifique un asesinato.

@Quinternatte