Uno de los logros más significativos que he tenido en mi trabajo en el Congreso de la República fue unirme con diversos grupos ciudadanos, académicos y ONG, entre otros, para poner en la agenda nacional la discusión sobre el proyecto para la construcción de un puerto de aguas profundas en Tribugá, en el Pacífico norte colombiano.
Si bien la idea de construir este puerto tiene más de 20 años, desde hace exactamente un año comenzó a tomar fuerza con el proyecto para la construcción de un “Puerto de aguas profundas en el Pacífico Norte” incluido en el Plan Plurianual de Inversión del Plan Nacional de Desarrollo 2018-2022. Lo absurdo de esta propuesta es que implica destrozar el medio ambiente a cambio de un puerto técnica y económicamente innecesario.
Y es que a tan solo 211 kilómetros de Tribugá se encuentra Buenaventura, el principal puerto sobre el Pacífico colombiano, que solo está usando 38% de su capacidad y se encuentra más cerca de Bogotá, Cali e incluso del Eje Cafetero que Tribugá. Para mejorar su competitividad requiere una inversión de cerca de 2.5 billones de pesos en profundización y mantenimiento al canal de acceso durante 30 años para que entren buques de mayor calado, además de finalizar la construcción de la doble calzada Buga-Buenaventura para facilitar la conexión del puerto con el resto del país.
Por su parte, Tribugá necesitaría más de 5 billones para la construcción del puerto y sus vías de acceso. Un puerto que no está conectado, no es viable. Solo construir el puerto puede llegar a costar 2.8 billones de pesos, más las obras de la vía Virginia- Ánimas que cuesta 2.5 billones de pesos y las demás necesarias para llegar a Tribugá. Estos son solamente los costos de las obras ya que construir un puerto en Tribugá implicaría la deforestación de la selva chocoana y pondría en peligro a ballenas, tortugas y manglares, entre otras especies.
Aun así, la tozudez de algunos políticos y el lobby de privados y territorios siguen impulsando la construcción de un puerto de aguas profundas en Tribugá con el mentiroso argumento de llevar desarrollo a la región. Buenaventura lo demuestra, hoy, el 81% de la población está en la pobreza, el 40% no está cubierta por el sistema de salud y solo el 8.5% tiene acueducto y alcantarillado.
De acuerdo con un estudio del Banco de la República sobre Buenaventura, las actividades portuarias por sus características no son las que mayor empleo generan. El informe recomienda a Buenaventura considerar el gran potencial productivo que tendría en actividades forestales y pesqueras, al igual que en ecoturismo. Para el Chocó, por su condición geográfica, la vocación de uso de los suelos es en gran porcentaje de conservación.
A pesar de que hace un año pusimos el tema en la agenda nacional y con el apoyo de la ciudadanía y 17 organizaciones logramos contener el impulso del proyecto a través de twitteratones, eventos y documentales, quienes están empecinados en sacarlo adelante siguen avanzando.
En enero presentaron el diagnóstico de alternativas ambientales que les fue devuelto en pocos días por la Agencia Nacional de Licencias Ambientales -Anla- para subsanar. Si bien no implica que el proyecto estará listo pronto es necesario hacerle seguimiento continuo. ¡Que la fuerza ciudadana pueda más que los intereses de unos cuantos! Esa fue la premisa que nos unió hace un año y que hoy debemos recordar.