Próximas generaciones, no próximas elecciones | El Nuevo Siglo
Viernes, 18 de Diciembre de 2020

Tuvo razón Winston Churchill cuando, apelando a las ideas de Bismark, afirmó que “un político se transforma en estadista cuando piensa más en la próxima generación que en la próxima elección”.

Las circunstancias y el momento histórico que a estos dos grandes hombres les correspondió vivir, definieron que tal actitud estuviera presente en cada una de sus actuaciones y decisiones. No obstante, para llegar a ello, se requiere más que un contexto histórico o un momento difícil que afrontar en calidad de líder. Se necesita fuerza de carácter, generosidad, grandeza y visión, características que debe tener todo aquel que pretenda llamarse líder, sea político, social o comunal.

Pensar y actuar para las próximas generaciones y no en función de la pequeñez que significan unas elecciones y las componendas políticas que normalmente se producen, supone estar dispuesto a liderar transformaciones de gran envergadura, aún a riesgo de perder popularidad o respaldos que resultarán efímeros, si se los compara con la posibilidad de pasar a la historia por el legado y no por la recordación de su dimensión individual. 

No es tarea fácil dada la condición humana que naturalmente lleva a defenderse, más que arriesgar. El temor o miedo a ataques y oposiciones es frecuentemente la reacción que lleva a encerrarse en sí mismo o en círculos cercanos que proveen defensa y seguridad, pero que dificultan en muchas ocasiones enfrentar con coraje y tener una visión profunda del horizonte hacia el cual dirigir las acciones.

En el Siglo XXI, uno de los temas que deben ser tratados con ese espíritu es el del manejo de los recursos naturales y del medio ambiente. Colombia, que tiene mucho que cuidar y proteger para sí y para la humanidad, no puede equivocarse sometiendo esa riqueza al albur del juego electoral y mucho menos confiar el liderazgo a quien no tiene las características de un gran líder, experto en estas materias, arrojado y con visión de largo plazo. Lo que hay de por medio es el presente y futuro de la vida misma. Por supuesto, el equilibrio es buen consejero, pero tomar decisiones que den pie a borrar de un tajo los logros conseguidos con tanto esfuerzo en materia del cuidado de la casa común, es desacertado y peligroso.

La biodiversidad de Colombia, mucha de ella concentrada en sus parques naturales y áreas protegidas, no sólo debe ser cuidada de amenzas ciertas como el narcotráfico y los cultivos ilícitos, los intentos de apropiación por parte de quienes las reclaman vulnerando la Constitución, la depredación, entre otros, sino de aquellos que pretenden entronizarse en un cargo para rendirse a los intereses de otros y así posicionar su nombre con propósitos electoreros.

No significa lo anterior que haya personas irremplazables o que no cumplen ciclos. Se trata es de mantener un política de Estado en aspectos vitales para Colombia y para la humanidad. 

¿De qué vale discutir si se ratifica o no el Acuerdo de Escazú, o perseguir a la ciudadanía o a empresas para que cumplan sus compromisos con el medio ambiente, si el Estado no envía señales claras de su interés por proteger el recurso más preciado que se encuentra en esas reservas de ecosistemas, para eventualmente someterlo al desarrollo desordenado de actividades contaminantes y destructoras de especies, muchas veces en vía de extinción y únicas en el mundo?

@cdangond