Problemas Maduros | El Nuevo Siglo
Martes, 26 de Febrero de 2019

La organización de un concierto de música en la frontera colombo-venezolana que contó con la participación de reconocidos intérpretes de varios países, incluso de la propia Venezuela, y con la presencia de varios presidentes latinoamericanos ha puesto de presente, otra vez, no sólo el grave problema que representa el régimen venezolano para el resto de Latinoamérica, sino lo complicado que es remover una camarilla cuando se enquista en el poder de cualquier Estado.

El acto musical que fue presentado como un gran acto de solidaridad, en realidad era una pieza fundamental de una cuidadosa estrategia para derrocar el régimen venezolano. La música serviría para aglutinar en un sólo lugar a millones de personas, venezolanos en su mayoría, se suponía. Esa multitud debería haber actuado como una especie de tsunami gigantesco que tendría que presionar a las autoridades venezolanas para dejar libre paso al ingreso de la llamada “ayuda humanitaria” que desde hacía tiempo se acumulaba en el paso del puente “Tienditas” a disposición del Bravo Pueblo.

En esa misma teoría, los integrantes del Ejército y de la Guardia venezolana deberían haber desertado en masa, dejando a Maduro rodeado de los generales de su cúpula, pero sin efectivos. Todo muy diseñado, muy de maqueta, pero la realidad tiende a ser caprichosa y tozuda.

El primer problema que se presentó fue con la definición de la “ayuda”, cuando la Cruz Roja Internacional se negó a tenerla como “humanitaria”. La evidencia más que obvia de que la ayuda provenía de países interesados en un resultado político específico del conflicto venezolano y de la intención más que manifiesta de instrumentalizarla a favor de uno de los contendientes en el conflicto, eran (o son) razones más que suficientes para concluir, estimó la Cruz Roja, que rompía el principio básico sobre el cual actúa esa respetable Institución: La neutralidad.

El segundo problema es que el tsunami de gente que debería obligar a la dictadura venezolana a abrir las fronteras y a dejar entrar la ayuda no funcionó como tal. Finalizado el concierto, la mayoría de la gente se dispersó y el ingreso de los camiones con la ayuda terminó en un caos en el que incluso se incendió una de las tractomulas en circunstancias que aún se investigan pero que al parecer obedeció al estallido de “cocteles molotov” lanzados desde este lado de la frontera por jóvenes con sospechoso acento del interior colombiano.

El problema restante fue el de las deserciones esperadas. Sí, las hubo, pero absolutamente mínimas. No superaron los cincuenta efectivos, de modo que no tuvieron ningún potencial para poner nerviosa a la dictadura.

Lo paradójico de toda esa metodología es que es exactamente la misma utilizada por las izquierdas latinoamericanas de los años sesenta cuando soñaban con la agudización de las contradicciones y la insurrección popular espontánea que haría triunfar la revolución.

El paso del tiempo y el cambio de los que hoy detentan el poder en contra de un pueblo sojuzgado, solo prueba, una vez más, que no hay cosa más parecida que los extremos opuestos.    

@Quinternatte