Policía, institución de mártires | El Nuevo Siglo
Martes, 13 de Diciembre de 2022

Seguimos sintiendo en el alma la muerte de ese par de compañeros que fueron sacrificados en pleno centro de la localidad de Bosa, por el sector de los Olivos, a manos de delincuentes, quienes sin miramiento acabaron con la vida  de estos servidores. Como lo venimos diciendo de tiempo atrás, enterramos nuestros héroes, pero nunca el dolor de verlos partir y menos en cumplimiento de su deber, defendiendo una sociedad que en poco valora los esfuerzos de estos hombres, quienes juraron dar su vida en defensa de la ciudadanía y lo cumplieron con lujo de competencia.

No es posible que toda una sociedad asista indolente a la muerte de dos miembros de una institución, cuya formación y doctrina esta direccionadas al servicio de la ciudadanía y la defensa de la vida, honra y bienes de  la  comunidad. Esos postulados parecen una divisa, pero vienen rubricando -día a día- el padecimiento de una organización pública y sus componentes, entidad concebida para ser puesta al servicio de la patria, defensora de la democracia y faro del orden ciudadano.

A lo largo de sus ciento treinta y un años de existencia, la Policía Nacional de los colombianos ha enfrentado ataques y afrentas venidas de disímiles avanzadillas que en poco valoran su fin y objetivo institucional, cuál es su nacimiento para el servicio del estado y sus organizaciones. Una sociedad con una administración seria y responsable no aceptaría, bajo ningún aspecto, que sus servidores sean sacrificados por la delincuencia galopante que la acecha. Urge una justicia pronta y efectiva que caiga sobre todo tipo de facinerosos y especialmente ante estas demostraciones de violencia hacia los servideros públicos.

Desafortunadamente nuestra policía en Colombia ha venido convirtiéndose en pivote político facilitando que, con desenfado aterrador, cualquier personaje con el mayor descaro, ante cualquier eventualidad, salga  con mandíbula batiente a pedir reformas  en la institución, sin detenerse a pensar las consecuencias de sus peticiones, ni los traumatismos que su solicitud pueden generar para el ordenamiento administrativo y el mismo Estado. Pero no es nuevo ni será pasajero este comportamiento. La policía y sus mandos han entendido el costo de manejar un organismo tan pujante, prometedor y de avanzada como la institución policial. Desafortunadamente esas propuestas de cambio poco analizadas y presentadas a la ligera, son responsables del deterioro en la imagen de la institución, dando pie al comportamiento agresivo de ciudadanos desadaptados y redomados antisociales.

Damos nuestras respetuosas condolencias a los familiares del subintendente José Alirio Sánchez Ojeda y el patrullero Gustavo David Bohórquez Canchilla que entregaron su vida en cumplimiento de la misión y a los mandos de la institución que estoicamente deben enfrentar día tras día esta dolorosa situación, resultado de esa lucha contra la delincuencia, de todo pelambre, que no da tregua.