Pasos prudentes, no equilibrismo (II) | El Nuevo Siglo
Jueves, 8 de Septiembre de 2022

En entrega anterior hacíamos amplia introducción a reflexiones en especial para los nuevos gobernantes de Colombia, con llamados a “prudencia y no simple equilibrismo”, si se quiere, efectivamente, abrirnos a un momento histórico a favor de esa sufrida Patria, después de tantas luchas fratricidas una vez se había logrado, con grande heroísmo y sacrificio, sublime libertad.   

 Hablamos, en esas primeras líneas, de puntos básicos de verdadera estabilidad y progreso, como son la familia, debidamente constituida, y la persona humana, centro de la creación y de toda preocupación ecológica, superior a todos los seres visibles, creada a imagen y semejanza de Dios (Gen. 1,27). Hablamos de la atención a todos los ambientes humanos, en ciudades y poblados; de la atención a la agricultura que da provincial alimento; de estímulo al campesino, niños, jóvenes y mayores; del cuidado de la salud; de atención permanente y especial a la juventud, esperanza y futuro, de los pueblos, bien orientada y no amaestrada en odio y ánimo destructor. 

De lo anterior es preciso pasar a orientación hacia cauces como la economía que ha de regir el camino de los pueblos en forma patriótica, dirigida no con egoísmos y cálculos políticos sino con sentido patrio. Se necesita atención a experimentadas líneas, en un manejo realmente a favor del País, con respeto a la libre iniciativa y freno a la tentación de colectivismos estatales, que han llevado a manifiesto fracaso en tantos países del mundo. Reformas tributarias son indispensables en determinados momentos para que enderecen, efectivamente, lo económico, pero con tino y mira al verdadero bien común, sin precipitaciones ni parcializaciones en caprichosa oposición por ser presentadas por adversarios. Hay llamados que deben atenderse, como el de relacionado con sereno manejo del factor “petróleo”, que debe regularse, serenamente. También lo del “régimen pensional”, que reclama sereno y justo tratamiento. 

Cómo se necesita de serenidad, y verdadero amor patrio, para proyectar reformas a lo establecido en el pasado con la mejor buena voluntad y reposado acuerdo, como en 1991, entre militantes de distintas corrientes, entre ellas la que recientemente ha conseguido el favor popular. Fallas habrá en toda decisión humana, en las pasadas y en las nuevas que se propongan, si se hacen con precipitación y para ostentar novedades o favoritismos populistas. Es indispensable independencia de ancestrales discordias como lo relacionado con las Fuerzas Armadas, el Esmad, a las que se pida rectitud y mesura, con condena de todo abuso, pero conscientes de su necesidad para lo internacional, y el freno a desbordados desmanes con acciones criminales, que se hacen surgir, erradamente como caminos de renovación.

Para los creyentes, base de honestidad y gran sentido patrio es la raíz religiosa del pueblo colombiano, que está al fondo de todas las ramificaciones cristianas, en la fe de los ancestros aborígenes y es herencia en afrodescendientes. En diversas épocas han tratado de aplastar todo aquello, con injusto desconocimiento al bien de este germen religioso, que crece inexorablemente como en Roma, de donde expresaba, Tertuliano: “La sangre de los mártires es semilla de cristianos”.  

*Obispo Emérito de Garzón 

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