Lost In Translation | El Nuevo Siglo
Martes, 25 de Abril de 2017

Una de las causas que a cada rato diagnostican para explicar el problema del subdesarrollo que nos aqueja es la escasa cobertura que un segundo idioma tiene en la población nacional. Y parece que tienen razón.

Tal como si se tratara de esas extensas plantaciones de banano que se bambolean al ritmo del viento que a veces parecen simbolizar nuestra República, esta semana pasada todo se ha puesto a temblar por cuenta de un problema de traducción inglés-español.

Así como en esas fincas que cuando el administrador está haciendo mal las cosas, siempre hay un par de ex administradores dispuestos a llevarle quejas al dueño, así pasó aquí. No tenían cita, pero nunca faltan los amigos dispuestos a hacer un favor nada desinteresado.

Y ahí empezaron los problemas. Uno de los quejosos le agradeció públicamente al dueño por “la cordial y muy franca conversación sobre problemas y perspectivas de Colombia y la región”. El otro, tan trinador como es, mantuvo un discreto silencio. Mala señal. Si el que no pierde oportunidad de hacerle escándalo al Presidente actual, no lo hacía, por algo debía ser.

Y era. Según lo informó oficialmente la vocera de prensa de la Casa Blanca, doña Sarah Huckabee Sanders, la “cordial y muy franca conversación” no ocurrió. A los que averiguaron los despachó con una frase: “There wasn’t anything beyond a quick hello”. No sé qué dirán los traductores oficiales, pero por muy poco inglés que uno sepa, es muy difícil convertir un quick hello en una “cordial y muy franca conversación”.

Cómo puede ser posible que todo un ex Presidente de la República se comprometa con semejante traducción. Y menos uno egresado del colegio San Carlos. La respuesta se encuentra en la mezquindad de la actividad política y en la extraña metamorfosis que sufren las personas que ejercen la Presidencia de la República por estos lares.

En Colombia el cargo de Presidente les produce a los pobres seres que lo desempeñan una especie de perplejidad mientras están en él. Pero no es sino que dejen de serlo para que recuperen la lucidez y la genialidad. Es justo después de abandonar el cargo que descubren que tenían las fórmulas para resolver todos los problemas del país.

No importa que hayan durado cuatro u ocho años, siempre es igual. Ahora resulta que con el tema de la paz, que el uno intentó hacer entregándole medio país a la guerrilla y el otro tratando de recuperarlo de los paramilitares que se lo habían apropiado, ellos tienen la fórmula mágica. No nos han dicho cuál es, pero tienen claro que la de Santos que ha desocupado el Hospital Militar Central de miembros de la Fuerza Pública heridos, que ha desminado más de cien mil kilómetros cuadrados o que ha reducido el índice de secuestros, no les gusta.

En realidad lo que les gusta es el poder. Aunque nunca hayan querido o sabido responder la pregunta histórica del Maestro Darío Echandía. Lo que no recuerdo es si la hizo antes o después de concluir que este es un país de cafres.

@Quinternatte