El idioma es inagotable; hace poco, encontré que un paradoxógrafo mexicano había citado uno de mis artículos en uno de él, haciendo una reseña acerca de las reflexiones realizadas por el suscrito, que le permitieron a él dimensionar la trascendencia de las sentencias de la Corte Constitucional colombiana.
La Paradoxografía es un género de la literatura helenística griega que relata fenómenos anormales o inexplicables del mundo natural o humano; sin embargo, estamos viviendo otra vez acontecimientos y eventos que podrían enmarcarse en este tipo de género literario.
Básicamente, los que se dedican a la filología clásica son quienes se han acercado a este género excepcional, dedicado a quienes interesa lo que a nadie más interesa, entre eso, lo maravilloso e inexplicable de la propia vida, aquello que siempre ha fascinado al ser humano y éste, en su búsqueda del saber, o más bien, en desarrollo de su curiosidad, se presta para interrogantes como, por ejemplo ¿Esa risita de alias Otoniel en las fotos de su captura, es de nervios o de qué?
Los enigmas eternos están en nuestra cabeza, ¿Para qué el cielo o la lluvia?, ¿Fue primero el huevo o la gallina?, etc., pero ya, miles de años atrás, los Paradoxógrafos griegos, desde Calímaco de Cirene, pasando por Filostéfano de Cirene, - Arquelao de Quersoneso, Antígono de Caristo, Mísilo de Metimna, Filón de Heraclea, Ninfodoro de Siracusa, Polemón el Periégeta, Apolonio de Afrodisias, Agatárquides de Cnido, Isígono de Nicea, Nicolao de Damasco, Flegón de Trales, Lisímaco, Agatárquides, hasta Alejandro de Myndos, se hacían preguntas similares y reseñaban hechos curiosos, extraños o inexplicables, aunque los primeros indicios claros del género paradoxográfico pueden encontrarse en Homero.
¿Cuál es la pervivencia de la paradoxografía? Casi que se vive a diario por mil trescientas millones de personas, pues, por ejemplo, tomemos como muestra la versión del evangelio de Mateo (27.45, 51), según el cual el cielo se sumió en la oscuridad y se produjeron terremotos coincidiendo con la Pasión de Jesús. Hechos paradoxógrafos, tan inexplicables como el que Maduro siga en el poder, o saber quiénes son los patrocinadores electorales y despistados votantes de algunos congresistas colombianos.
Según Michael Armstrong-Roche de la Wesleyan University, Connecticut, en su artículo “Un replanteamiento paradoxográfico de la ortodoxia religiosa, política y social en Cervantes: el mito gótico y el episodio de Sosa y Leonor en el Persiles”, -uno de los pocos estudiosos del tema-, la tradición paradoxográfica habitualmente reserva un lugar especial para El Quijote, cuya literatura hunde hondas raíces en la Antigüedad con hitos como El Parménides de Platón, las sátiras menipeas de Petronio y Apuleyo, los Diálogos y La historia verdadera de Luciano, las Epístolas de San Pablo, la Ciudad de Dios de San Agustín, De docta ignorantia del Cusano, la Utopía de Tomás Moro y El elogio de la locura de Erasmo.
El interés por lo maravilloso, los fenómenos insólitos y los recuentos del asombro, lo épico y lo mitológico, todo se une, como en “Cien años de soledad”, bajo la paradoxografía.