Integración latinoamericana | El Nuevo Siglo
Sábado, 12 de Noviembre de 2016

Un 26 de Julio de 1822, los más grandes liberta­dores de América, Simón Bolívar y José de San Mar­tín, se reunieron en Guayaquil con el objeto de resol­ver muchos problemas que afectaban a los pueblos recientemente liberados, preconizando de esta manera su unidad indestructible. Por esta razón, en esta fecha, se celebra el Día de la Fraternidad Americana.

Estas dos figuras señeras de la historia, distintas en sus individualidades, semejantes en los sagrados in­tereses de la libertad americana, son las raíces de la fraternidad continental. Ambos partidarios de la inde­pendencia absoluta, conocedores de las intrigas y se­cretos monárquicos por haber estudiado y vivido en España. Ambos vinculados con los movimientos de la revolución clandestina, aunque no juntos. Dos excel­sas figuras que coincidieron en sus metas de comba­tes: Bolívar desde las aguas del Caribe hasta el Perú; San Martín desde las provincias del sur también hasta el Perú. Por ello, San Martín, tan pronto llegó al Perú comunicó el acontecimiento a Bolívar y éste le con­testó en 1821; “Este momento lo había deseado toda mi vida y sólo el abrazar a V.E. y el de reunir nuestras banderas, puede serme más satisfactorio. . . Me hallo en marcha para ir a cumplir mis ofertas de reunir el imperio de los Incas, al imperio de la Libertad”.

Dos grandes que amaron a América, según excelente estudio de Paulina Espinosa de López. Dos grandes preocupados de la educación. El argentino José de San Martín manifestaba que “la ilustración y fomento de las letras es la llave maestra que abre las puertas de la abundancia y hace feliz a los pueblos”. Bolívar añadía: “La educación popular debe ser el cuidado primor­dial del Congreso. Moral y luces son los polos de la República y nuestras primeras necesidades”. Dos gran­des libertadores conocedores de las corrientes filosófi­cas de ese tiempo. Dos estudiosos del espíritu de sus pueblos. Dos almas adornadas de ética, generosidad y sentido humano. Bolívar tenía el convencimiento de que la felicidad “consistía en la práctica de las virtu­des”. San Martín decía que “era preciso humanizar el carácter y hacerlo sensible aun con los insectos”. El argentino llegó a mandar provisiones cuando el ejér­cito realista estaba enfermo y hambriento. Al igual que Sucre siempre instó a sus enemigos para la capitula­ción anhelando evitar derramamientos de sangre. Bo­lívar, cierto que tuvo actos humanitarios sorprenden­tes, pero a veces, debido a su temperamento exaltado, era duro en los combates. En el Perú no procuró capitulaciones, sabía que con los realistas no se podía ser indulgentes, además sus soldados pensaban en for­ma diferente a los soldados chilenos y argentinos.

Para comprenderlos mejor transcribimos lo que el uno decía del otro. Bolívar expresaba: “Su carácter me ha parecido muy militar y parece activo, pronto y no lerdo. En política tiene ideas correctas. Ninguno es­tá más lejos a ocupar el trono que él. El protector ha­bla con naturalidad, sin estudiar sus discursos”. San Martín, decía de Bolívar: “Es de una ligereza extrema, de inconsecuencia en sus principios y de una variedad pueril; pero nunca me ha parecido un impostor”. No sé si estas palabras de San Martín sean fruto de un estudio meditado o fruto de las circunstancias de la entrevista, en la cual tuvo algunos tropiezos.

Ellos son los héroes de la unidad hispanoamericana. Bolívar y San Martín coincidieron en luchar por la unidad y la confederación. Los dos procedes fueron emblemáticos en sus sacrificios y en su generosidad.