Fariseísmo | El Nuevo Siglo
Martes, 26 de Septiembre de 2017

Jaime Camacho Flórez, Fiscal 3º de la Unidad Delegada ante la Corte Suprema de Justicia fue el encargado, para fortuna del país, de hacer la diligencia de imputación y solicitud de medida de aseguramiento contra Francisco Ricaurte, ex presidente de la Suprema. Al señalar la magnitud de las conductas imputadas y la modalidad de su accionar criminal, el Fiscal le endilgó a Ricaurte ser uno de los cabecillas de “una organización que, [entre otras cosas] (…) instrumentalizaba a los medios de comunicación para restar credibilidad a testigos, desaparecía evidencias y obtenía decisiones con apariencia de legalidad”.

En esas frases de la Fiscalía queda claro que el problema de la administración de justicia no es solo de jueces y fiscales, sino que es un tema que atañe a toda la sociedad. Y en esa sociedad la prensa libre tiene una gran responsabilidad por haberse prestado o dejado utilizar para contribuir al caos. En cualquier caso, su aporte ha sido fundamental.

¿La “instrumentalización de los medios de comunicación para restar (o aumentar) credibilidad a los testigos” por parte de una organización criminal como la de Ricaurte-Moreno & Cía es realmente una victimización de los medios? ¿O es una actuación consciente y deliberada de los medios o de algunos periodistas como parte de su propia agenda?

La evidencia demuestra que hay de los dos. Algunas veces son víctimas. Los medios pelean por la audiencia cualquiera sea el formato en el que se difunden. En esa pelea, vale más el escándalo que el análisis sesudo y frío. Y pesa más el prejuicio que el buen juicio. Por esas razones publican cualquier barbaridad que un “testigo” esté dispuesto a decir contra un político, un miembro de las FF.AA., de la Rama Judicial o del clero. Desde el prejuicio de que todos son corruptos, cualquier señalamiento se acepta.

Otros no necesitan ser instrumentalizados. Tienen su propia agenda, que en muchos casos coincide con la de una Institución o con la de alguna oficina de abogados “sofisticados”. Desde la época de Alberto Giraldo, siempre ha habido periodistas que se mueven al ritmo de intereses no siempre informativos. Así es como se explica la aparición de una sola versión de los casos penales en algunos medios. O la filtración de piezas procesales en forma de “secretos” informativos.

Medios avalando testigos como Vélez o Bahamón, a pesar de todas las evidencias que la propia administración de justicia ha recaudado en contra de ellos, o respaldando acríticamente una acusación es más que mera coincidencia, es una estrategia diseñada y pagada  por alguien.

En un país donde por lo menos la mitad de la información publicada por los medios es judicial, es sorprendente cómo la mayoría es tan acrítica con los contenidos probatorios de las decisiones. Repiten como loras lo que sus fuentes -siempre interesadas- les filtran. Excepcionalmente van más allá de la filtración, pero la mayoría actúa como si temiera enterarse de otras versiones para no tener que enfrentar a su fuente.

Por eso es que terminan tan sorprendidos cuando sus ídolos se derrumban. No es sorpresa. Fue pereza.

@Quinternatte