Falsalombia | El Nuevo Siglo
Martes, 10 de Abril de 2018

Durante los debates de la Constitución de 1991, una de las obsesiones del constituyente Álvaro Gómez Hurtado fue el reconocimiento del principio de la buena fe por parte de las autoridades. A Gómez le parecía que el Estado no podía pasársela desconfiando de los ciudadanos. Finalmente se aprobó la fórmula que hasta hoy se mantiene en el artículo 83.

Lamentablemente el principio de la buena fe como presunción que debe aplicarse en cualquier relación entre particulares o entre éstos y el Estado quedó como letra muerta en la Constitución. Es probable que no haya otro país en el que se vean más falsedades y fraudes que en este. Desde pequeñas trampas hasta enormes y sofisticadas tramas que asombran por su ingeniosidad y asustan por su temeridad.

La falsificación de documentos es casi un pasatiempo nacional. Desde adolescentes que compran o falsifican ellos mismos las contraseñas de las cédulas de ciudadanía para acceder a un bar, hasta adultos que compran desde licencias de conducción hasta incapacidades médicas para ausentarse del trabajo o para hacerle el quite a la acumulación de multas.

Una de las cosas que más sorprende a los extranjeros son los enormes avisos en lotes vacíos o en casas desocupadas donde se advierte que ese lugar “no se vende, no se arrienda, no se permuta”. Hay que explicarles que es una necesidad porque aquí en Colombia ¡se roban! los inmuebles. Hasta nombre genérico tienen esas bandas: “Tierreros”.

Como “no hay mal que por bien no venga”, tanto falsario por ahí suelto ha obligado al desarrollo de medios y mecanismos tecnológicos para garantizar la autenticidad de personas y documentos. Cualquiera que haya ido recientemente a una notaría al aparentemente sencillo trámite de autenticar una firma en un documento se habrá dado cuenta que hay que entregar la cedula, firmar física y digitalmente en presencia del empleado, poner varias huellas digitales, dejarse tomar una foto y pagar por todo ello. Registro biométrico se llama la medida de seguridad más reciente que se ha instalado en las notarías. Tiene menos pasos el registro de inmigración para entrar a los Estados Unidos de América.

Aquí falsifican las sentencias para cobrar indemnizaciones que no existen o para hacer aparecer interpretaciones que nunca se han dado. Falsean leyes para aparentar que se aprobó lo que nunca fue. Y en las más recientes elecciones circularon hasta encuestas falsas. A Cifras y Conceptos le falsificaron encuestas que se hicieron circular en Antioquia, Boyacá y Risaralda entre otros departamentos. En otros hicieron aparecer comunicaciones falsas de procesos en Procuraduría o Fiscalía contra candidatos posicionados para asustar a sus electores.

Hemos tenido falsos militares capturados dentro de instalaciones militares, un falso psiquiatra que despachó durante varios años en el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses y falsos retenes policiales que hasta obligaron a la emisión de una especie de manual para reconocer los genuinos.

Pero lo que nunca habíamos visto era un falso fiscal, actuando en una audiencia. Como sería de falso, que apoyó la solicitud de libertad de la defensa.

Hemos llegado a tal extremo que en Colombia hasta los positivos han sido falsos. 

@Quinternatte