¿Existe la verdad? (III) | El Nuevo Siglo
Viernes, 15 de Abril de 2022

Si todos creen que tienen la verdad sin buscarla, sin conocerla, nadie la tiene. Cuando alguien quiere votar las próximas elecciones, si no busca la verdad -lo mejor para el país- está repitiendo los errores de nuestra historia. Si no hay educación a partir de la moral seguiremos privilegiando a los responsables, que no conocen el concepto del bien común: Aristóteles definía el bien como lo que todos apetecen o desean.

Como la naturaleza es sabia, la persona sana, como todos los animales sanos, desean espontáneamente lo que les conviene: la comida, la bebida, etc. Las cosas que desean son bienes; aunque en algún caso pueden equivocarse en la interpretación de lo que es bien o en la medida en que lo satisfaga y alcance un placer o un dolor.

 Aquello que es deseable para la persona humana, aquello que apetece es otro cuento. El desarrollo de la inteligencia amplía enormemente la posibilidad de descubrir el bien: la posibilidad de descubrir cosas que convienen. El instinto busca locamente los bienes que garantizan la supervivencia, pero la inteligencia va mucho más allá. Aprende, enseguida, a desear como bienes aquellas cosas que sirven para lograr los bienes primarios. Por ejemplo, puede proporcionar comestibles: en esa medida es un bien. Para descubrirlo hace falta un razonamiento elemental: un animal es incapaz de captar la relación entre el dinero y la comida. Esta relación no la puede descubrir el instinto, la capta la inteligencia.

 Así se aprende a desear como bienes otras cosas que son útiles para conseguir o preservar la comodidad, la seguridad o la salud. Además, como la inteligencia permite prever el futuro, se descubre que son bienes no solo los que satisfacen las necesidades actuales, sino también lo que puede servir para más adelante: enseguida se aprende que es bueno almacenar comida o dinero, aunque de momento no tenga hambre. Pero un niño madura según la educación que le enseñe a apreciar los bienes necesarios que tengan que ver con lo personal, lo primario: habilidades, destrezas y conocimiento.  

Con los bienes primarios sentimos que son buenos: gracias a la inteligencia y la educación. Pero debemos saber que son buenos; y, a medida que nos aficionamos a esos bienes, también sentimos que son buenos los que queremos con todo nuestro ser, no solo con la voluntad: por eso nos ponemos tristes cuando nos faltan y alegres cuando los tenemos. Pero ojo, porque estos pueden llegar a ser valorados más de la cuenta. El dinero, la fama, el trabajo, el deporte pueden llegar a ser una esclavitud. La idea debe ser manejada ordenadamente de manera que sea lo propio cuando son los bienes para la persona humana y se llega a amarlos: todo esto forma parte importante, pero solo una parte: de la plenitud humana.

Aprender cuáles son los bienes de la persona humana y llegar a amarlos forman parte de la moral: una parte importante, pero solo una parte: en la moral, además de los bienes, están los deberes.                                                                                

 Fuente: Juan Luis Lorda