El país que queremos | El Nuevo Siglo
Jueves, 5 de Mayo de 2022

Nos quedan 23 días de escándalos, propuestas, griterías, encuestas, amenazas, odios, especulaciones, desesperanzas, componendas y todos los vicios que surgen, últimamente cuando se acercan las elecciones.

El gobierno aparece como salvador e inaugurador de todo; habla como sostén prometiendo alzas en salarios, subvenciones, asistencias por dos meses y apoyos -que se asemejan a la acostumbrada compra votos de la Merlano y conocidos políticos de la Costa-.

En esta época aflora todo lo que suelen recoger las ‘buzoneras’ de la política, para desacreditar, amenazar, degradar, entorpecer y envilecer el prestigio de los candidatos, sin importar su precio.

Al presidente Duque se le abona su diligencia para atender la pandemia, aunque sus malos consejeros lo hicieron retrasar en la compra de los primeros probióticos y vacunas, que finalmente fueron recibidos con bombos, platillos y la tricolor. Creó un programa de televisión -anticovid19- con el que nos asustó, embobó y nos disfrazó las tardes, especialmente cuando mezcló covid con obras de gobierno.

Si hubiera pensado en lo que se venía, hoy su mala imagen y la de su gobierno, estarían en el estrellato.

Si no hubiera atendido a los pérfidos consejeros y emprende en su vespertino programa “Covid-6pm” un “Gran plan agrícola”, en el que nunca pensó durante cuatro años, atravesaríamos hoy por “el país que queremos”.

Colombia no tendría hoy la hambruna, la inflación y el desempleo en que nos encontramos. Era unir fuerzas de todos los sectores económicos, sociales y políticos para convertirnos en la despensa de este mundo en pandemia. Bastaba comprometer a la banca y al gran capital, para que se unieran con créditos agrícolas razonables; a los importadores con abonos y fungicidas -que aún había en los mercados- a precios moderados; al transporte para que recuperara demanda con costos sostenibles. A los campesinos y la mano de obra respetarles salarios adecuados. Los demás sectores habrían marchado con fuerza y producción.

El presidente prefirió entregarle al Dane el manejo de estadísticas alejadas de la realidad que muestran cifras y panoramas económicos para época electoral.

La inflación, producto de no haber atendido a la agricultura, se nos trepó a casi el 8.4% que se quiso frenar con tasas de interés del 6%, fijadas por Carrasquilla, -mangoneador de la junta del emisor- que siempre las usa para enriquecimiento con dólares galopantes. Nos comparan con Estados Unidos que tiene una inflación del 8.5% y una tasa de interés del .50%. Qué diferencia.

Duque debería abandonar sus intervenciones en política y enderezar las cosas, para bajar la inflación, la hambruna y el desempleo. ¡Acaricie la historia!

Hay que tomar en serio las amenazas a los candidatos que se convierten en realismo, como lo hemos soportado.

Quien gane las elecciones, permitirá salvarnos a todos por igual y controlar la bonanza petrolera, que parece estar en manos de la corrupción.

Hay que votar por el mejor, venga de donde venga, para eliminar el odio, reconciliar nuestras familias y alcanzar el país que queremos.

BLANCO: Hay que salvar la Comisión de la verdad de la politiquería.

NEGRO: A “dedo” sigue contratando la Registraduría.