En 1940, cuando el terror azotó a Europa, en pleno auge de la cruzada Nazi y ante la invasión de Noruega y Dinamarca, la ofensiva alemana iba tras Bélgica, Holanda y Luxemburgo, para invadir finalmente a Francia.
En Dunkerque, entre mayo y junio de 1940, debieron evacuar a las tropas británicas y francesas, ante la derrota y posterior claudicación francesa, holandesa y belga por parte de los alemanes. Esta fue la primera gran batalla de la guerra, pues lo que le antecedió fue la “Drôle de Guerre” o guerra falsa, donde Francia y Gran Bretaña declararon la guerra a Alemania, pero nunca hubo enfrentamiento real alguno.
“El milagro de Dunkerque”, resultó como una operación si bien no exitosa, si sería vital para luego acabar con la campaña militar Nazi. Alemania invade Bélgica y Países Bajos el 10 de mayo de 1940, ese mismo día asume el cargo como primer ministro de Gran Bretaña, Winston Churchill, personaje clave en la contienda. La “operación Dynamo”, como también se conoce a la evacuación de Dunkerque estaría al mando de Lord John Gort, quien dirigía la Fuerza Expedicionaria Británica (BEF) y lo que quedó del ejército belga y el ejército francés hacían parte de los aliados; sin embargo, los avances ofensivos Nazis acabaron con la defensa aliada.
Los alemanes, bajo orden de Hitler, pero por sugerencia de Hermann Göring, comandante de la Luftwaffe y los generales, von Rudstedt y von Kluge, tomaron la decisión de no avanzar hacia Dunkerque. A esto se le conoció como la “Orden de Alto”. Así que en vez de haberse dirigido las tropas alemanas hacia el puerto francés y así hubiesen cercado a los aliados, se detuvieron para contenerlos. Durante los 3 días de contención de los Nazis, los aliados pudieron llegar hasta la costa de Dunkerque. En este lugar, la Marina Real estaba lista para empezar a evacuar a los hombres, en mayoría británicos.
Alrededor de 340.000 hombres fueron rescatados, en la ruta de escape más valiosa de la 2da Guerra Mundial para los aliados. Los alemanes bombardearon la costa de Dunkerque, abatiendo a 3.500 hombres. Además, lanzando mensajes que decían en inglés y francés que dejaran sus armas porque ya estaban acorralados. Lo que para los alemanes era un cerco y el fin de las tropas aliadas, para los líderes ingleses era la forma de escape: el mar. Si bien, parecería que no tendrían ya escape alguno sino la muerte por ahogamiento como creyeron los alemanes, la valerosa Armada británica y navíos mercantes británicos lograron que el milagro fuera real.
Como Moisés, salvados por las aguas, los soldados ingleses, franceses y belgas lograron escapar de lo que hubiera sido una sangrienta batalla. Además, de los ataques de la fuerza aérea alemana, que fueron contraatacados por la Real Fuerza Aérea. La artillería alemana bombardeó hacia Dunkerque, aniquilando a la población civil y bombardeando hasta después de la huida.
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