El cardenal Rubiano | El Nuevo Siglo
Domingo, 28 de Abril de 2024

Ha fallecido recientemente el cardenal Pedro Rubiano Sáenz, quien ejerció el sacerdocio por más de 67 años, fue consagrado obispo hace 52 y detentó el título de cardenal por 23 años.

Nacido en Cartago el 13 de septiembre de 1932, realizó sus estudios primarios en el Colegio María Auxiliadora de su ciudad, regentado por las madres franciscanas y posteriormente se trasladó a los seminarios menores de Cali y Popayán. Fue ordenado sacerdote en Cali el 8 de julio de 1956 a los 23 años, siendo capellán de la base aérea y de la Escuela Militar de Aviación Marco Fidel Suárez; capellán del Colegio Santa librada, de la Clínica Nuestra Señora de Los Remedios, vicario de la parroquia Cristo Rey y fundador de la parroquia de Nuestra señora de la Providencia en Cali.

El 2 de junio de 1971, Pablo VI lo nombró obispo de Cúcuta y, en 1983 Juan Pablo II lo nombró arzobispo coadjutor de Cali, siendo instalado en la sede el 7 de febrero de 1985. De la misma forma fue administrador apostólico de Popayán que es como decir arzobispo encargado. El 27 de diciembre de 1994 fue designado como cuadragésimo cuarto arzobispo de Bogotá para reemplazar al cardenal italiano Mario Revollo Bravo.

El presidente Ernesto Samper Pizano quien congeló el aval para que pudiera ser cardenal y, el presidente Andrés Pastrana Arango manifestaría su beneplácito ante la Santa Sede; así, el 21 de febrero de 2001 Juan Pablo II lo nombró Cardenal Presbítero de la Transfiguración de Nuestro Señor Jesucristo, ejerciendo como cardenal-arzobispo hasta el 8 de julio de 2010 cuando a sus 77 años y 8 meses fue jubilado de la sede primada de Colombia.

En su linaje episcopal estaba el Nuncio Angelo Palmas quien lo consagró como obispo y, Rubiano consagraría como obispos a los monseñores Alfonso Cabezas, Fernando Sabogal, Octavio Ruiz, Óscar Urbina, Daniel Caro, José Roberto Ospina, Francisco Nieto y José Daniel Falla, al igual que como sacerdote en 1996 al hoy arzobispo y nuncio apostólico Mauricio Rueda.

Rubiano fue creador y presidente de la Comisión de Conciliación Nacional; presidente del comité económico del CELAM; presidente de la Conferencia Episcopal colombiana; miembro de la Congregación de la Educación Católica y del pontificio Consejo para los migrantes e itinerantes. Desarrolló en la Arquidiócesis de Bogotá la acción Pastoral Universitaria y los canales de comunicación. Estudió Sagrada Teología en Canadá y Sociales en Chile. Recibió la orden de Boyacá, la Orden de Malta, la Medalla al Mérito Melitense y la Orden Javeriana.

Fue enfático en exhortar a votar contra la corrupción y a denunciarla y, llamó a los políticos que se denominan católicos a ser coherentes con su fe y con lo que se propone ante el electorado. Igualmente expresó que el congreso no era corrupto, pero sí algunos de sus miembros, que crean espacios de desconfianza y desprestigio para la institución parlamentaria.

Su parábola del elefante no solo estaba dirigida a lo ocurrido con el proceso 8.000, sino también a los electores que venden su voto y desfiguran así la democracia.