Hace 75 años, desencantado de la “oligarquía universitaria” de la Universidad de Antioquia, a la cual pertenecía su propio hermano Abel, el doctor Julio César García aceptó viajar a Bogotá para convertirse en rector del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, por ofrecimiento, a través de marconigrama que le hiciera su condiscípulo, el doctor Eduardo Zuleta Ángel, ministro de Educación del gobierno del ingeniero Mariano Ospina Pérez.
No era fácil, Monseñor José Vicente Castro Silva, cada vez que se acercaba el final de su período rectoral, amenazaba con renunciar para que los Consiliarios del Rosario le rogaran que se quedara y, en 1946 el Presidente de la República, como Patrono del Rosario, no aguantaba más la demagogia clerical y quería ponerle fin al asunto, pero no lo logró.
En el marconigrama de Zuleta a García, se leía “Si no se puede para este cargo, te daremos otro de figuración nacional”. Y así fue, el 14 de julio de 1947, fue recibido en Bogotá para tomar posesión de la rectoría del Colegio Mayor de San Bartolomé, aún con la resistencia de muchos docentes locales, que veían mal que un antioqueño asumiera la regencia del plantel fundado en 1604 y alma mater de presidentes de la república como Manuel de Bernardo Álvarez, Custodio García Rovira, Francisco de Paula Santander, José Ignacio de Márquez, Mariano Ospina Rodríguez, Carlos Holguín Mallarino, Laureano Gómez Castro, Roberto Urdaneta Arbeláez y Misael Pastrana Borrero.
Inició su trabajo García, estando al frente de ese tradicional Colegio, sus docentes y estudiantes internos (cerca de 400) y externos, entre los cuales estaban jovencitos con posterior e ilustre figuración: el empresario y banquero Luis Carlos Sarmiento Angulo, promoción 1948; el ilustre profesor de morfología de la Universidad Nacional, Alfredo Rubiano Caballero y el humorista Humberto Martínez Salcedo, promoción 1949, entre otros que fueron parte de los millares de discípulos de García.
Siendo Rector de San Bartolomé, en una carta del 14 de abril de 1948 a mi abuela, Rosa Vásquez de García, quien aún vivía en Medellín con todos los hijos, García, desde el torreón del Colegio, cuya cúpula de cobre fue montada en 1928 por la Compañía de Hugo Drieter Stinnes, escribía un diario de los acontecimientos de “El Bogotazo”, donde aparecen, entre otras, la necesidad de educar a la población; los hechos acaecidos al interior del Colegio y, hasta el menú escaso de los residentes. Pero, sin lugar a duda, García quiso salvar al San Bartolomé, como allí lo expresa, permitiendo que se convirtiera en cuartel, lo cual consideraba temporal, pues, desde el Ministerio de Educación querían que el claustro se volviera sede de un ministerio y eso habría acabado con la vida del Colegio.
Ahora, gracias a la donación de la familia García, se ha creado del Archivo Histórico Julio César García, que comprende 1571 libros que hacían parte parcial de su biblioteca hasta su muerte en 1959; sus cartas, sus manuscritos, diplomas y fotografías, la historia de la educación colombiana podrá estudiarse en la Universidad La Gran Colombia.