Tema crucial en el Siglo XXI es el de la preservación del medio ambiente y los recursos naturales que conforman la biodiversidad de una nación.
Lentamente, este derecho de tercera generación fue incorporándose en el alma de los países que lo abordaron como un asunto relacionado con la vida misma.
A partir de múltiples disquisiciones se comprendió que el medio ambiente es, en sí mismo, derecho fundamental que pertence a las comunidades en conjunto, al punto que hay regulaciones y pronunciamientos que buscan la protección de seres sintientes, ríos y bosques, como sujetos de derecho propiamente tales.
Se han dado profundas discusiones y aún hay hoy innumerables asuntos por resolver, entre otras porque a partir de decisiones pueden verse comprometidos temas como la soberanía de los estados, por mencionar sólo uno.
Por ello, contar con voces que iluminen esas discusiones, sin que ello implique manosear o hacer activismos impropios, resulta relevante para las naciones y para el mundo en general. No se entiende cómo, un asunto que compromete el futuro del mundo, sea ideologizado o pretenda ser apropiado por algunos como una “bandera” partidista. Así, reflexiones concienzudas, ponderadas, equilibradas y ecuánimes, que provienen del estudio juicioso de la problemática que comporta, merecen ser admiradas, acogidas y promovidas para que sean las que prevalezcan entre quienes tienen la potestad de decidir.
Esto es más cierto para naciones con gran potencial en materia ambiental, por ejemplo por situacion geográfica y por riquezas naturales y que entonces llevan a cuestas una responsabilidad mayor con sus ciudadanos y con la comunidad internacional.
Precisamente por lo anterior, cuando una de aquellas voces se apaga, ello debe registrarse no exclusivamente para lamentarlo, sino para impedir que el legado no muera con la desaparición del ser humano, y, por el contrario, como decía Luis Carlos Galán en otro contexto, las ideas pervivan y la tarea sea continauda por quienes tuvieron el privilegio de ser alumnos y amigos del que se va.
Es lo que en este momento corresponde hacer con un hombre que “parecía de otra época”, como lo fue Juan Manuel Sabogal, ser humano excepcional.
Los logros como abogado y servidor público fueron capitalizados para seguir entregando generosamente sus conocimientos en función del medio ambiente. Su compromiso con su país, con su familia y con la causa que siempre lo animó fue el sello que marcó su vida y que estuvo presente en cada paso que dio.
No es común encontrar tanta coherencia entre lo expresado púbicamente y lo vivído cotidianamente por una persona. Juanma, como lo llamaban sus amigos, fué un ser integral. Ejemplo de entrega a su familia, a la defensa de sus propias convicciones -que fueron las que marcaron su ejercicio profesional y la relación siempre amorosa y sincera con sus amigos y también con los que no lo eran-.
Es difícil aceptar y comprender por qué este tipo de personas, con tanto para dar y por hacer, son llamadas a dejar este mundo.
En la intensidad con la que vivió probablemente se alcance a dibujar una respuesta a su temprana partida, eso sí, sin olvidar que aquellos a quienes con su bondad y sonrisa tocó, tenemos una tarea para cumplirle a Juanma en su propósito de lograr que el ambiente no quede a medias.
@cdangond