El ahora | El Nuevo Siglo
Martes, 11 de Octubre de 2016

Nunca ha sido más esquizofrénica Colombia que en esta última semana que acaba de pasar. Menos de 50.000 personas le dieron el triunfo a la opción del No en el plebiscito que preguntaba si se aprobaban los acuerdos para una paz estable y duradera. Inmediatamente se apropiaron de esa diferencia los más diversos promotores del No. El Centro Democrático a la cabeza de todos. El inefable señor Ordoñez. El expresidente Andrés Pastrana. Marta Lucía Ramírez. Jaime Castro, liberal línea Morales. Para cincuenta mil votos de diferencia, casi que hay más reclamantes que votantes.

Partida la ilusión de paz en dos mitades reconciliables, la sociedad civil reaccionó afortunadamente con marchas de jóvenes y presión sobre los del No, para que propongan enmiendas razonables y realizables. Y el Comité del Nobel acudió en ayuda del pueblo colombiano, premiando los esfuerzos de paz en cabeza del presidente de la República, Juan Manuel Santos.

Es hora de que el Gobierno nacional y los promotores del Sí hagan sus propios balances e identifiquen las fallas que impidieron una aprobación mayoritaria del Acuerdo. Más allá de la vergonzosa abstención, un factor claro y evidente es la oposición que las diferentes iglesias decretaron en razón de una confusión que nadie se preocupó por explicarles antes de las elecciones.

Ahí está en internet, por ejemplo, un largo video de una iglesia cristiana que, paradójicamente,  se llama "Casa de Paz Internacional" donde bajo el título "Cristianos Frente al Plebiscito" dejan claras todas sus posiciones. Más allá de que a los autodenominados intelectuales, las discusiones religiosas les parezcan tediosas, inútiles y francamente irracionales, han debido tomarse el trabajo de explicarle a los religiosos, fanáticos o no, la precisión y alcance de los Acuerdos en las materias que les preocupaban.

En un plebiscito no se trata de tener la razón. Se trata de tener los votos. Es como un partido de fútbol decisivo. Hay que ganar, así sea jugando feo. No sucio, feo. En ese orden de ideas, si había gente llenándole la cabeza a los cristianos y a los católicos de cuentos que a cualquiera le parecerían absurdos, había (hay) que contrarrestar ese juego sucio, haciendo una mera obra de misericordia: Enseñar al que no sabe.

Las menciones que el Acuerdo hace a la ideología de género que fueron aprovechadas por algunos líderes religiosos como la tentativa de "imponer una dictadura homosexual" para asustar a sus feligreses, nunca fue contrarrestada por los promotores del Sí Tampoco se tomaron el trabajo de explicar que la reforma tributaria era necesaria con o sin Acuerdo.

Es obvio que hubo una estrategia alrededor de los miedos más primarios por parte de los del No. Pero la función de los del Sí no era descalificar intelectualmente a quienes son capaces de creerse semejantes cuentos, sino  la de sacarlos del engaño. A la hora de los votos, valen igual los de los "intelectuales" que los de los "ignorantes". Es un problema de números y siempre ha sido así. Galileo siempre tuvo razón, pero a la hora de contarlos, los que lo condenaron siguen siendo más.  

@Quinternatte