Duda permanente | El Nuevo Siglo
Sábado, 31 de Marzo de 2018

“No hay deuda que no se pague ni plazo que no se cumpla,” dice la sabiduría popular, reflexión que toda persona está dispuesta a corroborar ya sea por experiencia propia o por ajena.  Así sucedió con el proceso para elegir la composición de la rama legislativa del poder público el pasado 11 de marzo.  Bien parece que fue un proceso que pudiera denominarse no “sui generis”, pues solamente se eligen estos cuerpos una vez cada cuatro años, pero sí en cuanto a la manera como los ciudadanos aspirantes a ser elegidos optaron para lograr el favor de sus conciudadanos. 

La presentación de los candidatos por parte de los partidos políticos se vio sustituida por la presentación por medio de firmas de ciudadanos a quienes les fue solicitada esa colaboración, la cual a ningún amigo se le niega.  Así la presencia de los partidos políticos se vio lamentablemente sustituida por este procedimiento aparentemente democrático pero que distorsiona la razón de ser de los partidos, los cuales de hecho han constituido la vía por la cual las inquietudes ciudadanas se ven canalizadas, presentadas, analizadas y, en fin, puestas a consideración de los sufragantes para que decidan qué les conviene más.

Es de suponer que de  ahí el desconcierto de los votantes que a la hora de acercarse a las urnas no tenían claro por quién iban a votar pero no el por qué. Un lamentable ejercicio de la democracia en su esencia, como es manifestar su voluntad con respecto a qué es lo que se quiere al llegar a las urnas debe poder expresarse.  Esta ocasión fue la negación de este principio; se sabía por quién se iba a votar pero no por qué.  Si hubo una ausencia de la población votante cercana al sesenta por ciento de la que podía expresarse, bien puede estudiarse si este fenómeno puede ser una explicación de la falta de interés.

El resultado de las elecciones puede decirse que no fue sorpresivo en cuanto a la composición de los cuerpos que se trataba de componer: Cámara de Representantes y  Senado de la República. Pero como suele suceder, quienes la componen van a jugar un papel muy importante durante el gobierno cuyo Presidente será elegido en mayo próximo en primera vuelta o unas semanas después en un segundo intento.  Los integrantes del Congreso que acabamos de elegir lo más probable es que se alineen con alguno de los integrantes del menú de candidatos que le ha sido propuesto al electorado. Esta campaña electoral para presidente resulta ser bastante corta; le va a ofrecer a los electores una gran variedad de aspirantes. Las encuestas, de las cuales hemos manifestado nuestro escepticismo, no solamente en estas sino en todas, no constituyen elementos de juicio para pensar cómo se está moviendo el electorado. La duda tiene que ser el pensamiento en frente a ellas.  No olvidar que Uribe, el indiscutible líder nacional cuando comenzó su campaña hace diez y seis años, no marcaba cifras significativas.