Desorientación partidista | El Nuevo Siglo
Lunes, 15 de Mayo de 2017

“Fueron los políticos conservadores los que hundieron el referendo”

 

Sorprendentemente fueron los políticos conservadores los que hundieron el referendo presentado por dos millones trecientos mil ciudadanos e impulsado por la senadora liberal Viviane Morales.

No es verdad que el referendo fuera discriminatorio como las muy ricas organizaciones LGBT lo afirman con la colaboración de muchos medios, liberales al extremo. Tampoco fue un debate sobre creencias religiosas, aunque teniendo algunos elementos en común, bien habría podido plantearse solo en esos términos.

Por el contrario, fue sobre los cimientos humanos, concerniente a lo que soporta el ordenamiento natural de una sociedad. Fue la solicitud mayoritaria de una nación que no se resigna a que le cambien la definición natural de lo que entiende por familia. Que, por cierto, quedó muy bien redactada en la Constitución de 1991.

Recordemos, además, que el debate ni siquiera se habría dado sin el aberrante fallo de la Honorable Corte Constitucional que excedió a todas luces su competencia, arrebatándole al Congreso su capacidad de legislar en tan delicado y sensible asunto.

Fue un reclamo a esa Corte para que se ciña al cumplimiento de sus funciones esenciales sin atropellar a las otras ramas del poder público, evitando caer en la frecuente tentación de romperle el espinazo a nuestra Carta Magna por medio de sus fallos.

Bueno sería que aquí logremos pronto, como ocurre en el mundo civilizado, que algunas de nuestras facultades de Derecho eduquen verdaderos juristas, sólidamente formados que defiendan con firmeza y a profundidad la Constitución, apegados a su espíritu; evitando esas permanentes reformas, muchas veces forzadas o innecesarias, a las que la tienen sometida desde su expedición.

Es inaudito que cada año se materialicen tantas modificaciones, siendo lo peor que muchas de ellas se originen en el cerrado recinto de muy pocos y encumbrados magistrados.

Cuando se haga, perderemos menos tiempo discutiendo sobre temas innecesarios, comprenderemos mejor el ordenamiento natural de las cosas y de conceptos tan fundamentales como simples.

Pero, volviendo al debate, con él tuvimos la oportunidad de corroborar las sorprendentes nuevas realidades políticas en que vivimos. Las cosas ya no son como fueron antes. Quedó en evidencia la tremenda confusión reinante.

En la Comisión Primera de la Cámara, el día de la votación, desvaneció el azul y mucho de lo rojo pasó a ser tan solo un pálido rosado, la gama de colores se tornó difusa.

La defensa natural de la familia, siendo un principio netamente conservador, fue planteada por liberales y cristianos.

Sin embargo, fue en la votación cuando quedamos estupefactos, nadie lo esperaba. Aparentemente comprobamos también, cuan poderosa es la mermelada para este gobierno.

Sin los votos conservadores, lo reiteramos, tendríamos la oportunidad de que el pueblo decidiera. Irresponsablemente los miembros del histórico partido votaron en contra de su razón fundacional.

Si algo define a un conservador caracterizado es la defensa de la familia: integrada por un hombre y una mujer. La piedra angular de la sociedad.

Deberían ser otros partidos los que muestren sus matices. En épocas pasadas, con los gigantes jefes esto no habría ocurrido.