De guerras y violencia | El Nuevo Siglo
Domingo, 6 de Septiembre de 2020

Las guerras, que han acompañado, y muchas veces provocado cambios sustanciales en el comportamiento del mundo, en todo caso han entristecido la condición humana.

Se ha afirmado que la guerra es tan antigua como el hombre y que está arraigada en lo más profundo del corazón humano, pero sin duda, como lo expresara al final de sus días el general William Sherman, protagonista de la guerra civil norteamericana, ella es un infierno.

Es difícil encontrar un episodio de la historia mundial sin que algún conflicto bélico se atraviese dando cuenta de pérdida de vidas humanas, de desolación, hambre y caos.

Por estos días, en pleno Siglo XXI, cuando después de 81 años de haberse iniciado la Segunda conflagración mundial se rememoran los sucesos más escabrosos que resultaron en la pérdida de más de 60 millones de seres humanos, vale la pena reflexionar sobre la pertinencia y vigencia de los conflictos bélicos.

Sin excepción, los combates han estado rodeados de máxima violencia y agresiones y si bien, como lo indicara Lenin, la guerra fue la partera de la historia, hoy no puede mantenerse esa afirmación.

En los primeros veinte siglos de la humanidad también encontramos episodios que, siendo conflictivos y habiendo traído cambios, progreso y desarrollo, al contrario de las guerras bélicas, se han caracterizado por actos de paz , estos si, enaltecedores de la raza humana.  Para referir sólo uno de ellos, basta recordar como un pequeño, flaco y, para algunos, “insignificante hombrecillo”, a través del ejercicio de la “no violencia”, logró, entre 1942 y 1947, la independencia de esa gran nación que es hoy la India.

La propia guerra fría, por serlo, proscribió la violencia como continuación de la política.  En 1988, llegando esa etapa a su final y faltando doce años para comenzar un nuevo siglo, fue Helmuth Kohl, canciller federal de la unificación alemana, quien en conversación con el secretario general del Partido Comunista de la URSS, Mijail Gorbachov, expresó que cualquier recurso a la violencia y a la guerra en general no podían volver a ser medios para hacer política.

Pensar y actuar en contrario a lo manifestado por Kohl, sobre todo cuando se está en medio de la revolución científica y tecnológica, es inmoral e inadmisible.  En pleno siglo XXI no es viable hablar de violencia o guerras justas como alguna lo vez lo planteó Vattel en la segunda década de los años 1700.  Las agresiones bélicas, las insurrecciones armadas, las guerras de guerrillas como método para alcanzar una “supuesta revolución” y lograr algún nivel de progreso, perdieron vigencia y eficacia, si es que alguna vez la tuvieron. La violencia no tiene hoy un fin que pueda entenderse como político o transformador. Constituye el suicidio de la razón. Quienes la siguen practicando en el mundo son meros criminales, decrépitos y retardatarios, que lo único que hacen es frustrar cualquier posibilidad de remozamiento de las sociedades; evitan el progreso de los habitantes del mundo y obligan a que los gobiernos de los Estados dediquen sus esfuerzos en el necesario combate a esos asesinos, restándole atención, recursos y actividad política, entendida como el ejercicio del poder al servicio de los hombres, a resolver los más álgidos problemas de desigualdad y pobreza que afectan a la mayoría de la población mundial. 

@cdangond