Conspirador y Componedor | El Nuevo Siglo
Martes, 29 de Noviembre de 2016

A los 90 años de edad, acaba de morir Fidel Castro Ruz, Presidente eterno de Cuba, quien gobernó con mano de hierro durante casi 60 años en ese país. Héroe para algunos, bandido para otros. Cualquiera sea la posición ideológica, lo único claro es que fue un personaje histórico, con mayúsculas.

Haber instaurado una dictadura comunista a menos de 100 millas del territorio continental de la primera potencia capitalista del planeta, es mucho más que una hazaña. Y lograrlo en 1959, en pleno apogeo de los Estados Unidos de América, de la guerra fría y del anticomunismo feroz del macartismo tardío, es histórico.

Cuba tiene logros para mostrar. Los niveles y porcentajes de cobertura de la educación y de la salud pública son y han sido siempre mejores que los de cualquier país latinoamericano. Incluso mejores que los de EE.UU.A. Cualquiera de esos obreros americanos pobres, blancos de Winchester (Virginia) que describe Joe Bageant en “Crónicas de la América Profunda” que votaron por Trump, anhelarían un sistema de salud como el cubano, si lo conocieran, y lo compararan con el Medicare o el Medicaid que condena a los pobres de USA, de cualquier color, a las muertes indignas de hoy.

También tiene cosas para esconder. O para mostrar, dependiendo de la ideología de cada quién. Alejandro Ordoñez, por ejemplo, celebraría la política de persecución de Castro contra los homosexuales. “Enfermitos” los llamaba el muy “comunista”. Y los perseguía con saña, como da cuenta la historia trágica del poeta Reinaldo Arenas. Nada distinto de lo de Putin en la Rusia actual o del Chile Pinochetista del 73. Todos los dictadores terminan siendo iguales.

Las Madres de la Plaza de Mayo que tanto “atormentaron” a los dictadores del Cono Sur, tienen su correspondencia en las Damas de Blanco de Cuba. La diferencia es que Castro las trataba peor a éstas que Videla a aquéllas. Todavía hoy no ha aparecido en twitter la disidente Yoani Sánchez y Guillermo Fariñas sigue agonizando.

Para Colombia, Castro fue conspirador y componedor. Reconoció, por ejemplo, que preparó y armó a las columnas del M-19 que fueron derrotadas por el Ejército Nacional en las cruentas batallas de febrero y marzo de 1981 en Chocó y Caquetá. Lo hizo en venganza porque Colombia se le atravesó en 1979 a su aspiración al Consejo de Seguridad de la ONU. Pero también condenó el secuestro como método “revolucionario” y les advirtió a sus elenos y a los de las Farc que la lucha armada es, como era él, un anacronismo histórico. Y ha sido clave en el proceso de paz actual. Todo un pirómano que se volvió bombero.

Los capitalistas salvajes que desde mullidos salones de Wall Street lo condenan por sus atentados contra la libertad y los DD.HH., son los mismos que callan frente a China y mantienen la mayoría de sus plantas de producción en ese país.

Probablemente lo que les disgustaba no es que el barbudo fuera comunista, sino que la mano de obra cubana fuera más cara que la China.

@Quinternatte