Cabañuelas | El Nuevo Siglo
Martes, 3 de Enero de 2017

Según dicta la tradición popular, viendo el clima de los primeros días de enero puede adivinarse el de los restantes meses del año, asignando a cada día el de un mes, de acuerdo al orden numérico que le corresponde durante el periodo anual. Es pura ciencia de Almanaque Bristol, que se sustenta en un incontrovertible principio lógico de la sabiduría popular: Por el desayuno se sabe cómo será el almuerzo.

No es de enero exactamente, pero los últimos días de diciembre sí marcaron dos o tres temas que en este año de 2017, van a terminar afectando todo el clima de la nación. Sobre todo el político que ya viene suficientemente enrarecido.

El cobarde atentado que al parecer perpetró el ELN contra una subestación eléctrica en Bogotá, donde se cobró la vida de Carlos Andrés Rubio, un adolescente de 19 años que prestaba su servicio militar obligatorio como Auxiliar en la Policía Nacional, necesariamente va a marcar las conversaciones de paz entre ese grupo guerrillero y el Estado colombiano. La premeditación y alevosía del ataque contra la Policía Nacional, la forma como se asesinó al joven Rubio para llenarlo de explosivos y usarlo como carnada para asesinar a los compañeros que acudieran a auxiliarlo, denota que el ELN está muy distante de tener la mínima vocación de paz que se requiere para una negociación seria. Tan execrable forma de obrar, es más que un crimen, es un atentado contra la paz.

Y si por el lado de la paz con los elenos la cosa no pinta bien, en cambio por los predios de la economía, la cosa está peor. No se trata de cargarle las culpas a la reforma tributaria que a pesar de las voces de los opositores de siempre o del oportunismo hipócrita de los de ocasión, era una necesidad para equilibrar las finanzas públicas y mantener la relativa estabilidad que la ortodoxia económica aconseja, sino de la inoportunidad de la ocasión.

Por un lado el Gobierno, haciendo cara de contricción y casi de vergüenza, nos habla de la necesidad de "equilibrar" el presupuesto nacional, pero calla sobre el desborde del gasto fiscal; y, por el otro un gobierno extranjero, el de EE.UU.A, nos informa que la multinacional brasileña Odebrecht pagó ¡ once millones de dólares! en Colombia en sobornos durante el octienio del gobierno Uribe y parte de éste. O sea que por un lado nos meten la mano al bolsillo para equilibrar las finanzas y por el otro queda demostrado que ellos mismos las desequilibraron a punta de corrupción, tumbes, negociados y negociazos.

Tal vez sea por eso que el uribismo está reclamando que votó negativamente la reforma tributaria. Debe ser por la pura vergüenza de saber que esa platica de Reficar, Odebrecht y otros "faltantes pendientes de justificar" se perdieron por el camino en reuniones sociales casuales de jóvenes emprendedores que siempre han actuado con ánimo patriótico o en contactar extraños asesores de campañas.

Porque en esta coscorrocracia nacional, la patria son los negocios.

@Quinternatte