Bukele, ¿claro-oscuro? | El Nuevo Siglo
Martes, 6 de Febrero de 2024

Nayib Bukele fue reelecto en la presidencia de El Salvador, con un amplio margen, que según indicó el propio mandatario, superó el 85%. Para los que somos de derecha lo consideramos un alivio, sin embargo, no todo es como quisiéramos que fuera.

¿Pero miremos quien es Bukele? Por su nombre, sabemos que viene de una familia de orígenes palestinos. Es tal vez uno de los presidentes más jóvenes del planeta, nació en 1981 y tiene 41 años. Antes de haber incursionado en la política se dedicaba a ser un exitoso empresario en la organización de su padre, Armando Bukele Kattan. Estudió Ciencias Jurídicas, pero no se graduó dado que tuvo que ocuparse de Obermet. 

Se casó en 2014 con una psicóloga y bailarina de nombre Gabriela Rodríguez, con quien sostuvo una relación de 10 años. Tiene una hija de nombre Layla.

Comenzó a hacer política en el 2011 con el partido Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, buscando ser presidente de El Salvador. No se distinguió por ser ni de izquierda ni derecha, políticamente se desempeñó como alcalde de Nuevo Cuscatlán y de San Salvador, la capital del país.

Como hombre de empresa, emprendedor y conocedor de las nuevas técnicas de mercadeo y publicidad, comenzó a hacer su carrera presidencial rompiendo con los esquemas tradicionales de hacer política, lo que definitivamente lo catapultó al panorama nacional. Es un hombre inteligente, pragmático y cuando se fija un objetivo lo logra. Para hacerse elegir presidente, lo hizo a través de la Gran Alianza para la Unidad Nacional. Fue la sensación al apostarle al recambio, se hizo muy cercano a la comunidad y utilizó el discurso de acabar con la inseguridad, el mayor flagelo de este país.

Llego a la presidencia en el 2019. Con su pragmatismo comenzó a hacer frente a la delincuencia con decisiones fuertes y drásticas, al tiempo que destituyó a cinco jueces de la Corte Suprema y a 690 del sector por considerar que eran una barrera contra su objetivo de sacar al país del caos. Decidió hacer la cárcel -en once meses- más grande y moderna de América Latina. Apresó a delincuentes o posibles pandilleros, limpiando a las ciudades de las mafias opresoras del pasado. En televisión hemos visto las cárceles llenas de pandilleros tatuados en calzoncillos blancos.

Su posición frente a la guerra palestino-israelí fue contundente: “Como salvadoreño de ascendencia palestina, estoy seguro de que lo que mejor le podría pasar al pueblo palestino es que Hamás desaparezca por completo”

Ahora bien, tiene contradictores muy serios, entre ellos el candidato de Arena, el partido quien gobernó durante los últimos 20 años. Hizo un quiebre en la Constitución para hacerse elegir nuevamente, a la mayoría no les importa porque aspiran a seguir viviendo en un país seguro y en donde el gobierno ha desarrollado importantes programas de salud educación, etc. Yo creo que las leyes son inquebrantables, pienso ha debido seguir una estrategia que no fuera contra lo establecido democráticamente, las normas se siguen no se rompen, es tildado de dictador.  

Se le acusa de ir contra los derechos humanos por apresar arbitrariamente y que nueve de sus detenidos murieron. Lo claro es que pacificó su país. También se le culpa de no haber logrado encarcelar a los jefes de las pandillas. Se le ataca de haber desmantelado la institucionalidad del país, nombrando diez magistrados leales y haber constreñido la libertad de prensa en un 30%. Declaró el Estado de Emergencia y bajo este paraguas hizo las elecciones. USA lo ha acusado de que su viceministro de justicia Marroquín, tiene nexos criminales con las pandillas transnacionales que tienen tentáculos muy fuertes en el país. 

En general se le acusa de autoritario en sus decisiones políticas y económicas como su elección por la criptomoneda. Sin embargo, las mayorías salvadoreñas lo aman y espera que logre enderezar lo que no ha hecho tan bien.