Astucia de la guerrilla | El Nuevo Siglo
Sábado, 16 de Septiembre de 2017

 “La perfidia y la sorpresa son los fundamentales. Herir y correr, esperar, esconderse en la maleza, de nuevo herir y correr... sin dejar rastro al enemigo. Seguir la máxima de Danton: audacia, audacia, audacia y más audacia”.

 

Che Guevara

 

Resulta de hondo contenido sociológico el comentario de Reginald Hargreaves, Mayor del Real Ejército Británico, cuando anota que la historia ha demostrado invariablemente que la degeneración ha seguido siempre a un estado de civilización elevada; los anales de la historia antigua son un relato de la decadencia y caída de una gran nación tras otra. A partir de cierto punto, la civilización tiende a enervar e incapacitar a una nación para la lucha por la supervivencia en un nivel primitivo. De ahí, su pueblo es conquistado por otros más resistentes y despiadados que no han alcanzado un nivel de cultura tan exquisito aunque subconscientemente los “bárbaros” lo envidian y ambicionan. Tal como los griegos fueron destruidos por la tosca potencia de Roma, así mismo Roma -que se había vuelto decadente y débil- cayó bajo el despiadado avance de las hordas vandálicas de Atila. Ulteriormente Francia -cultivada, civilizada, refinada y sensitiva- fue despedazada por el empuje primitivo y brutal de la Alemania de 1870 y 1946.

 

Y es que realmente los pueblos como las personas en la infancia de la vida, viven en condiciones mucho más difíciles que las que conocen las naciones más civilizadas y maduras. Por eso la selección espontánea impuesta por la misma naturaleza cumple una función primordial: “Los débiles mueren a temprana edad y los que sobreviven hasta llegar a la edad adulta están mejor adaptados para la lucha por la existencia que aquellos que viven en un ambiente de molicie, llenos de vicios y blanduras”.

 

Las aptitudes de resistencia de los antiguos romanos y vándalos caracterizan ahora a las masas de luchadores comunistas, guerrilleros y bandoleros que no son sino las hordas de Genghis-Khan y Tamerlán, pero doblemente peligrosas porque poseen las armas más modernas. Y los defensores del mundo libre y de las instituciones sociales deberán estar preparados a hacerles frente en su propio nivel primitivo de vigorosidad, resistencia e indiferencia hacia la muerte o la mutilación.

En el trabajo Guerra de Guerrillas se dice que el problema de Vietnam fue una clase especial, pues se trató de una guerra antigua y medio olvidada que revolucionó los conceptos militares y presentó preguntas difíciles respecto a los proyectiles y a las bombas de hidrógeno fabricadas para la autodefensa del mundo occidental. Hoy, los mismos Estados Unidos están mal preparados y mal equipados para luchar contra una guerra de guerrillas como el caso de Vietnam. Kennedy dijo que la situación de Asia era extremadamente “delicada” y que la obligación de las Fuerzas Armadas americanas consistía en prepararse no solamente para luchar sino para ganar toda una “seria de guerras de guerrillas que pueden abrir los límites de la Cortina de Hierro”.