Asociatividad gremial | El Nuevo Siglo
Martes, 11 de Julio de 2017

La asociatividad gremial es, sin duda, uno de los instrumentos más eficaces  para impulsar el crecimiento económico y el bienestar social inherentes a cada sector, en especial dentro de un medio como el nuestro donde la iniciativa privada acompañada de la vocería de quienes integran un mismo oficio, puede llegar a convertirse en mecanismo de presión  para buscar soluciones a sus problemas y promover políticas de Estado que contribuyan al desarrollo de los renglones en ella representados.

Es el caso de las Cadenas Productivas y los Consejos de Cadena promovidos por el Ministerio de Agricultura; como también lo es el  Consejo Gremial Nacional, CGN, que agrupa a importantes asociaciones gremiales del país.

De otro lado, la Asociatividad Empresarial, concepto que conlleva  inversión y gerencia en la búsqueda de la más alta rentabilidad;  o sea, el mayor ingreso al menor costo, difiere de la asociatividad gremial en cuanto que su finalidad es la utilidad, mientras esta es ejercida por organismos en  su mayoría sin ánimo de lucro.

Entre tanto, el resultado de la gestión gremial medida en el impacto de sus conquistas de carácter institucional y de beneficio general, actúa como complementaria de la empresarial. Una con otra hacen sinergia.

Sin embargo, mientras la asociatividad empresarial se mide en el P&G de las empresas que la conforman, distribuyéndose el beneficio entre sus accionistas,  paradójicamente las asociaciones gremiales luchan y trabajan en medio de indicadores financieros negativos, aún coadyuven en la consecución de beneficios económicos para la primera.

Lo anterior, debido a la reticencia de muchos de los empresarios a  participar de la asociatividad gremial, de la cual afirman inexplicablemente "no necesitarla".

Lo grave es que esa supuesta " zona de confort" que los hace indiferentes, no les está asegurada de por vida  y tarde o temprano tendrán que sentir la necesidad de asociarse gremialmente.

Por supuesto, un gremio débil económicamente no puede liderar con buen éxito una consigna empresarial para sus representados; y como la actividad gremial está en manos de asociaciones sin fines de lucro, ya lo dijimos, esa arrogante conducta del empresario al no apoyar a su gremio, repercute en muchas de las dificultades por las que tienen que atravesar  dichas asociaciones debido a la falta de recursos.

Los fondos parafiscales del sector agropecuario, conformados con el aporte obligatorio que por ley debe hacer cada productor al momento de vender su producto, como sucede con los cereales, las frutas, la papa, el arroz, los cerdos, las  aves, la panela y la palma; entre otros, son sumas que recaudadas y manejadas por los propios gremios, les generan importantes ingresos  derivados de un porcentaje por su administración.

Así las cosas, y por tal motivo, hay asociaciones gremiales que gozan de una relativa autosuficiencia financiera mientras las demás no tienen ese  privilegio y deben luchar por mantenerse, a como dé lugar,  con las cuotas de afiliación y de sostenimiento, difíciles y casi imposibles de cobrar; haciendo seminarios y congresos para recibir aportes modestos por pauta publicitaria  o con la publicación de revistas o periódicos con igual fin, y así, poder cumplir con su objeto social.

No obstante todos, afiliados y no afiliados se benefician de los logros alcanzados como consecuencia de esos ingentes esfuerzos.

No es este el caso donde "todos ponen y todos ganan", sino donde " todos ganan" y solamente el organismo gremial es quien pone.

Ante esta realidad, lamentablemente si no hay estímulos para asegurar su permanencia, muchas asociaciones gremiales tenderán a desaparecer, desaprovechadas como instrumento para articular, promover y aplicar  mejor  a través suyo, los aportes y demás beneficios del Estado, sin el riesgo de ser dilapidados en politiquería o en favores personales contrarios a la moral, al orden público o a la seguridad nacional.

El caso más evidente es el de la ganadería de leche en Colombia, cuyo gremio más representativo como lo es Analac, con 60 años de existencia, y a pesar de que el ganadero paga la parafiscalidad, no administra su propio fondo ni recibe hoy día el apoyo económico requerido justamente para  para operar gremialmente.