Abusadores | El Nuevo Siglo
Lunes, 20 de Noviembre de 2017

Aterra la forma como los seres humanos traficamos con nosotros mismos, sin pudor ni consideración. El escándalo sexual de Hollywood, protagonizado por Harvey Weinstein, delató la forma en que mujeres como Angelina Jolie o Gwyneth Paltrow en sus primeros años de carreras exitosas fueron acosadas por este personaje, que abusó de su posición de poder para tomar ventaja y usar mujeres que en el anhelo de salir adelante se vieron atrapadas en situaciones que no querían vivir.

El abuso sexual, mental, emocional y físico, entre muchos, es la aberrante manera de usar y desechar a las personas como si fueran cosas. “Te uso, si me sirves” (y te dejas), “Te boto, si no haces lo que quiero” (o te niegas). La relación perversa entre el abusador y el abusado, se fundamenta en el miedo de la víctima. Un círculo vicioso que requiere de mucho coraje para ser roto, y darse cuenta de que salirse de allí, era más simple de lo que se creía. Para los espectadores el juicio de valor es similar como el de observar los toros desde la barrera. ¿Por qué no lo dijeron antes? ¿De pronto le gustaba? Ahí están pintados, o el tradicional ¿Será que se lo buscaron? Es que ponerse en los zapatos del otro no es tarea fácil. Por qué una Angelina Jolie no contó lo sucedido hace diez años y sí ahora desde una posición de poder, explica sin lugar a dudas el miedo que fundamenta esas “relaciones”, pero de igual manera ayuda a develar la verdad e imprimir el valor y la fuerza a muchas mujeres de todo el mundo para que comprendan que no son las únicas, que no están solas y que el cuerpo femenino ni masculino está en venta. Y esta gran movilización desde lo más encumbrado de la socialité estadounidense nos da pistas de los cambios que la sociedad está teniendo. Aunque seguimos enredados en comportamientos bastante salvajes (para decirlo como es), el despertar frente a cualquier forma de abuso es una tarea de este tiempo de la humanidad y cada vez como colectivo somos más conscientes de que la violencia física, sexual, sicológica, etc., no solo es una triste realidad sino que, a todas luces, es inaceptable.