Ministro de Trabajo ya | El Nuevo Siglo
Jueves, 29 de Septiembre de 2011

* Empleo, la prioridad en plan de choque
* Agenda amplia, funcionario especializado

 

EL  impacto que una eventual recesión económica global pueda tener en la economía colombiana constituye la principal preocupación del Gobierno, empresarios, trabajadores y demás sectores políticos, sociales e institucionales del país. Esa circunstancia quedó refrendada en la cumbre el pasado martes en la Casa de Nariño para analizar cuáles serían las bases de un plan de choque interno para amortiguar el efecto de una crisis financiera internacional.

 


Si bien es cierto que la economía colombiana tiene indicadores que le permitirían resistir con un margen de solvencia adecuado, como pasó hace dos años, las consecuencias de un clima recesivo mundial, también es claro que ningún país saldría ileso de esa posible descolgada productiva, financiera y fiscal, sobre todo si se prolonga en el tiempo.

 

Por lo mismo, dentro de los distintos escenarios proyectados en Colombia en torno de los efectos de una descolgada económica en Estados Unidos y la Unión Europea, la alarma más preocupante se enciende en cuanto al empleo. Es urgente evitar que ante las sombras que se extienden en nivel externo los empresarios nacionales empiecen a tomar precauciones extremas como el congelamiento de las nóminas o la reducción de las mismas. O que muchos proyectos de inversión, construcción, expansión industrial o comercial se frenen hasta que se estabilice la situación externa.

 

Tras revelarse la semana pasada que el Producto Interno Bruto (PIB) creció en el primer semestre un cinco por ciento, es evidente que el motor de ese dinamismo no es otro que el aumento en el consumo de los hogares. Y ello sólo es posible en la medida en que los ingresos de las familias, que en Colombia se derivan mayoritariamente de las rentas relacionadas con el trabajo, se mantengan o hayan crecido. En ese orden de ideas, un aumento del desempleo daría al traste con el proceso de recuperación económica.

 

La tasa de desocupación actual es de 11,6 por ciento, con una tendencia descendente que le permite al Ejecutivo jugarse por una meta ambiciosa: que en diciembre el índice de desempleo esté por debajo de un dígito. Aunque algunos analistas advierten que es un compromiso riesgoso, sobre todo por una segunda época invernal que se prevé muy drástica y la incertidumbre internacional, el Gobierno insiste en que su apuesta es viable e incluso trae a colación que en el último año se crearon más de 700.000 empleos, dejando a Colombia como el país que más plazas de trabajo genera en la región.

 

Sin embargo, hay expertos que señalan que el panorama laboral es muy complicado no sólo por los más de dos millones y medio de personas desocupadas, sino porque la tasa de subempleo, es decir, de quienes se desempeñan en oficios inferiores o distintos a su nivel de capacitación o devengan salarios debajo del promedio o laboran por escasas horas, sigue alrededor del 30 por ciento.

 

Es obvio, entonces, que el tema del empleo urge una política de choque especial, tanto por los elementos coyunturales como los estructurales. Y para ello es prioritario que la Casa de Nariño resucite lo más pronto posible el Ministerio de Trabajo y designe a su titular.

 

Sería ingenuo negar que hoy por hoy la cartera de Protección Social está concentrada prioritariamente en enfrentar la crisis del sector salud, que también tiene visos de gravedad.

 

Revividos ya los de Justicia y Medio Ambiente, el nuevo Ministerio debe entrar a funcionar rápidamente. La agenda es muy amplia: liderar la implementación de muchas herramientas de la Ley de Empleo que siguen pendientes, la discusión del reajuste salarial de 2012, la naciente polémica sobre reforma al régimen pensional, los brotes de agitación laboral en sectores como el petrolero e incluso fijar la hoja de ruta sobre la oferta laboral en que debe trabajar Colombia para aumentar la competitividad productiva interna y externa. El Gobierno, pues, tiene la palabra.