Incierta lucha electoral | El Nuevo Siglo
Viernes, 2 de Septiembre de 2011

* Opinión oscilante y dividida en E.U.
* El fantasma de Ronald Reagan


CUANDO  llegó a la presidencia Barack Obama se pensó que los republicanos durarían largos años para recuperarse. Obama había superado de lejos a su contendor el senador John McCain, al obtener 365 votos electorales, mientras que el republicano con su partido en el Gobierno apenas 173 votos electorales.


Casi todos los analistas de esas cruciales elecciones estuvieron de acuerdo en señalar que la derrota de McCain se debió no solamente al peso negativo de ser un candidato continuista, sino al fracaso de su estrategia política y de comunicación, así como por salir severamente golpeado por la campaña de publicidad negativa que lo presentó como un hombre acabado que sería incapaz de dirigir a los Estados Unidos en tiempos de crisis. Los resultados fueron en ese sentido implacables John McCain obtuvo 173 votos electorales, mientras que Barack Obama consiguió 365. Con tal apoyo popular se comparó a Obama con el ex presidente John F. Kennedy, que presagiaba como ese jefe demócrata una nueva era en materia de política nacional e internacional. Lo que determinó que el voto de los hispanos saliera en su apoyo. Ese favoritismo ha quedado atrás, según el sondeo Impremedia, sobre el voto hispano, que se efectuó a finales de julio y a principios de agosto que muestra cómo el voto favorable de éstos por Obama para las elecciones del 2012 decrece y compromete una victoria en Estados importantes como Nuevo México, Colorado y otros del oeste. Apenas cuenta con un apoyo de 39% de los votantes latinos. En el gobierno de Obama han sido expulsados más de un millón de hispanos ilegales del país. La mala situación económica intensifica la hostilidad contra los foráneos en algunos Estados de la Unión. Y su relación con nuestra región ha sido distante y fría.


Por ese optimismo que pareció renacer con Obama, como por sus esfuerzos en política social de reforma a la salud, se pensó que en las elecciones legislativas intermedias ganarían los demócratas con holgada o quizás aplastante ventaja. Y sucedió lo inesperado; los republicanos dieron muestras de gran vitalidad y consiguieron tal apoyo popular que se demostró que el país estaba literalmente dividido en dos bandos irreconciliables. Así de momento por la muerte de Osama Bin Laden en Pakistán el prestigio del Obama se elevara de nuevo. Situación favorable que aprovechó el gobernante para precipitar su candidatura a la reelección, acallando a los opositores internos con una jugada de tahúr. Lo que no consigue evitar que el predominio republicano en la Cámara ponga en peligro los planes más audaces del Gobierno y termine por rebajar el presupuesto que algunos pensaban que se utilizaría con fines electoreros.


Hasta hace poco la campaña presidencial giraba en cuanto la pugna de siete candidatos republicanos que amenazaba atomizar la voluntad del partido beneficiaba la aspiración a la reelección del gobernante. A partir de hace apenas unos pocos días esa situación evoluciona hacía una creciente mayoría en favor del gobernador de Texas, Rick Perry. El texano tiende a consolidarse y obtener el apoyo decisivo en algunos Estados del Tea Party. Al parecer, cada día se debilitan las aspiraciones de Mitt Romney, como de Michele Bachmann. Así como el resto de precandidatos republicanos que se reducen a apoyos locales y se esfuerzan por subir en los sondeos, incluida la ex candidata a la Vicepresidencia que tantos dolores de cabeza la causó a MacCain.


A estas alturas y dadas las oscilaciones de la opinión pública con respecto a la campaña presidencial y el prestigio del presidente Obama, nadie se arriesga a predecir qué pasará. Mas no faltan los que comparan al nacionalista texano Perry con Ronald Reagan, quien de gobernar California pasó a dirigir el país desde la Casa Blanca. Quienes hacen esos paralelos encuentran semejanzas entre Jimmy Carter y Obama. Lo mismo que aducen la ley del péndulo que suele oscilar y cumplirse en algunos casos en Estados Unidos, ya que allí no juega un tercer partido de centro, lo que favorece a un candidato fuerte republicano, dado que son muchos los que consideran que las reformas de Obama han llegado en un mal momento para la economía del país y no han ayudado a superar la crisis, sino a ahondarla.


Según los expertos, a estas alturas para ganar con holgura la reelección debería contar Obama con 70% de la opinión; los sondeos muestran una suerte de empate con los republicanos, lo cual indica que el mandatario debe remontar una dura cuesta para seguir en el gobierno de esa potencia. Así que la estrategia y la propaganda tienen la palabra para seducir el electorado.