Emergencia pre-invernal | El Nuevo Siglo
Martes, 6 de Septiembre de 2011

* Menos señalamientos, más ejecución
* Superar cuellos de botella en todo nivel


CRECE  la preocupación porque el invierno ya está empezando a asomar y las obras que gobernaciones, alcaldías y otras entidades del orden nacional, regional y local debían adelantar, no sólo para rehabilitar y reconstruir lo dañado en la pasada temporada de lluvias, sino para prevenir nuevas inundaciones, deslizamientos y taponamientos viales por factores climáticos en este final del año, no están terminadas.


Las explicaciones y excusas están a la orden del día. Hay algunas válidas, como los argumentos de Colombia Humanitaria y otros voceros del Gobierno nacional en torno de que en muchos casos las obras no se han iniciando por problemas de licencias de construcción, trámite de licitaciones, demoras en la estructuración técnica de los proyectos, pólizas de seguro, líos con los predios a afectar y otro tipo de circunstancias.


A su turno, los gobernadores y alcaldes advierten que estando vigente la Ley de Garantías Electorales su capacidad para contratar se ha visto más restringida que de costumbre, por más que se trate de asuntos de urgencia manifiesta. Muchos mandatarios han preferido ir paso a paso pues los entes de control están encima de todo el proceso de contratación y ejecución para evitar que haya desgreño administrativo, desvío o malgasto de recursos, utilización política de los mismos y, claro está, focos de corrupción y desfalco al erario.


También se afirma que los censos de damnificados y los diagnósticos técnicos de afectación así como de las obras de rehabilitación, reconstrucción y contingencia requeridas se demoraron, bajo el presupuesto de invertir sólo en proyectos bien diseñados, con estudios serios y la seguridad de eficacia y utilidad a corto, mediano y largo plazos. No faltan los mandatarios que alegan que el giro de recursos por parte de Colombia Humanitaria se ha demorado más de lo previsto y que algunos de los requisitos puestos por la entidad, obviamente con el ánimo de que no haya malgasto de dinero ni trámites turbios, son muy difíciles de cumplir y menos a contrarreloj.


Entre tanto, muchos grupos de damnificados por la drástica ola invernal de finales del año pasado y el primer trimestre del presente, se quejan de que todavía están viviendo en refugios, carpas o pagando arriendos subsidiados por el Estado, debido a que los planes de reubicación de vivienda no han avanzado. Gobernaciones, alcaldías y otras entidades replican que se trata de proyectos urbanísticos complejos, que requieren estudios de suelo, disponibilidad de servicios y otro tipo de amoblamiento, así como cumplimiento de requisitos mínimos por parte de los futuros beneficiarios, razón por la cual no se pueden adelantar en cuestión de semanas.  


Más allá de esos argumentos, muchos de ellos válidos, lo cierto es que la segunda temporada invernal está a punto de llegar y los pronósticos del Ideam indican que el volumen de lluvias será particularmente alto, así no exista el riesgo de un coletazo de fenómenos climáticos como los de la Niña o el Niño.


Lo importante ahora es superar los cuellos de botella a escala nacional, departamental y municipal con miras a acelerar las obras, sobre todo aquellas de prevención y contingencia para evitar nuevas tragedias como la ocurrida al comienzo del año, que dejó más de tres millones de afectados, centenares de muertos y heridos así como pérdidas billonarias por inundaciones, casas destruidas, infraestructura vial dañada, cultivos anegados…


No es tiempo de enredarse en cruces de acusaciones ni señalamientos. Ya habrá lugar para que los entes de control investiguen y tomen las decisiones del caso. Lo urgente ahora es que en estas pocas semanas que quedan antes de que las lluvias se generalicen en todo el país, el ritmo en el giro de recursos y ejecución de proyectos se multiplique. Si es necesario desplazar a las entidades que no actúan con rapidez y eficiencia, que se haga sin demoras. Igual en los casos en que se entregaron los dineros pero éstos no se invirtieron. Es necesario poner manos a la obra antes de que, literalmente, el agua nos llegue al cuello.