Campanazo del FMI | El Nuevo Siglo
Lunes, 5 de Septiembre de 2011

*Riesgo de recesión, palabras mayores
*Se debe alistar plan de acción


Sin  duda alguna la advertencia de la directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, en torno del riesgo inminente de que la economía mundial vuelva a entrar en recesión, impactó en todo el planeta. Por más que la misma alta funcionaria haya aclarado que hay margen de acción para evitar ese desaceleramiento global, lo cierto es que los mercados bursátiles europeos resintieron drásticamente la previsión de la cabeza del ente multilateral, no sólo en materia de las acciones de los bancos y otras entidades del sistema financiero, sino porque crece la incertidumbre por el agravamiento de la crisis en Grecia y la posibilidad de que este país salga de la zona euro.


Aunque ayer no pocos analistas polemizaban sobre la pertinencia de la alerta del FMI, lo cierto es que las señales de las economías europeas son cada día más preocupantes, no sólo por las dificultades ya ampliamente conocidas de Grecia, Irlanda y Portugal, sino por las sombras cada vez más desestabilizadoras que se ciernen en España e Italia. Es claro que las últimas medidas tomadas por la Comisión Europea en el sentido de ampliar el cupo de los salvavidas financieros a los países más críticos y la compra por parte del Banco Central Europeo de bonos de deuda ibéricos e italianos, han tenido un efecto positivo pero todavía insuficiente frente al ambiente de desconfianza en la capacidad de la Unión para imponer una disciplina fiscal a todos sus miembros y asegurar que la banca del viejo continente se mantenga a flote. No pocos exigen de Alemania y Francia unas medidas más ambiciosas, pero sus respectivos gobiernos consideran que las ayudas deben estar condicionadas a ajustes reales y medibles. Esa directriz ha sido entendida como un claro mensaje de Merkel y Sarkozy: no más recursos de salvación a barriles sin fondo.


El otro flanco de este escenario preocupante son los Estados Unidos. Tras el increíble pulso político hace dos meses por la ampliación del techo de la deuda, que impactó negativamente en todo el mundo bursátil, los datos internos sobre la marcha de la economía continúan siendo muy volubles. En vista de que ayer fue festivo, sólo hasta hoy se sabrá cómo reacciona Wall Street a la descolgada europea, los últimos datos locales sobre empleo e incluso el efecto de la demanda interpuesta por el Gobierno contra 17 entidades financieras de primer nivel por la crisis de los créditos hipotecarios o “subprimes”.


Es obvio que el riesgo de que la economía mundial entre en una recesión, cuando aún no se superan los efectos devastadoras de la ocurrida hace escasos dos años, genera nerviosismo en todo el planeta, pues no sólo los inversionistas prefieren refugiarse en activos seguros como el oro o los bonos de países sin problemas de solvencia, sino que los cronogramas de recuperación y consolidación de naciones emergentes como Colombia se trastocan o desaceleran consecuentemente.


Por ahora, tanto el gobierno Santos como el sector privado y los centros de estudio se sostienen en que el país tiene un ‘blindaje’ fuerte frente al clima de desestabilización internacional, pero es claro que el coletazo se sentirá. Lo importante allí es tener suficientes recursos y margen de acción para amortiguar el golpe, como se hizo hace dos años. Sin embargo, tras el campanazo dado el fin de semana por el FMI es evidente que esos planes de contingencia deben revisarse al detalle y actualizarlos semana tras semana. La propuesta semanas atrás respecto de que Unasur creara una estrategia regional para enfrentar la crisis global, tiene que aterrizarse prontamente.


Por ahora las alertas internas tienen que llevarse a su máximo nivel y que Colombia requiere un plan de contingencia para activar de inmediato si se llegan a confirmar las previsiones de un rápido desaceleramiento de la economía mundial.