¿Y el Vicepresidente? | El Nuevo Siglo
Miércoles, 18 de Julio de 2012

* Incertidumbre tras un mes de percance médico

** Las especulaciones y el desgaste institucional

 

El pasado 14 de junio el Vicepresidente de la República ingresó a la Clínica Reina Sofía, en Bogotá, con una afección de origen urológico. Sin embargo, cuatro días después presentó un “evento súbito neurológico de origen vascular”, que lo llevó a ser internado en la Unidad de Cuidado Intensivo. El pronóstico se precisó luego en términos de un “un accidente  cerobrovascular isquémico, ubicado en la porción derecha del mesencéfalo, que fue intervenido de manera inmediata sobre la arteria lesionada, completando todos los procedimientos de diagnóstico y tratamiento dentro de las primeras tres horas del inicio del evento”.

Eso quiere decir que hoy se cumple un mes del infortunado percance de salud sufrido por Angelino Garzón, la persona llamada a reemplazar al Jefe de Estado en caso de una ausencia absoluta de éste.

Si bien es cierto que la clínica, con la anuencia de la familia, ha emitido un total de 16 comunicados informando sobre la evolución de la salud del alto funcionario, el último de ellos el pasado 6 de julio, cuando se anunció que sería dado de alta y trasladado a su domicilio, lo real es que la opinión pública aún no tiene claridad sobre su estado de salud mental y físico. Oficialmente ese último parte médico indicó que el Vicepresidente continuaba evolucionando de manera satisfactoria y que seguiría su recuperación bajo un “Programa de Hospitalización Domiciliaria y de rehabilitación integral, que desarrollará en conjunto con el grupo multidisciplinario del Departamento de Rehabilitación de la Clínica Universidad de La Sabana”.

Después de ese 6 de julio no se ha vuelto a tener información oficial de la salud del Vicepresidente, salvo las declaraciones, tres días después, del presidente Santos al término de una visita al paciente en su residencia. El Jefe de Estado indicó que la salud de Garzón estaba progresando y que “todos los signos básicos, las facultades básicas, las ha venido recuperando…”. También sostuvo, con base en lo dicho por los galenos y la familia, que era necesario tener paciencia “para ver realmente qué secuelas ha podido dejar esto que tuvo el Vicepresidente y ver cómo se puede ir recuperando dependiendo del diagnóstico final, y eso es con paciencia y falta un tiempo para poder decir exactamente en qué situación está”.

En medio de un ambiente político tan caldeado como el que se ha registrado en las últimas semanas, e incluso cuando muchos partidos y dirigentes ya hacen cálculos electorales debido al tempranero arranque de la puja por la Casa de Nariño en 2014, son muchas las especulaciones que circulan en torno del estado de salud del Vicepresidente de la República y si puede seguir cumpliendo con la tarea que la ciudadanía y la Constitución le encomendaron.

Mientras que desde algunos sectores se considera que por respeto y tacto político a la persona del Vicepresidente y su familia, este asunto no se debería tratar, y menos a la luz pública, otros sostienen que hay aquí un asunto de Estado, pues Garzón es el fusible presidencial y, por lo tanto, institucionalmente hablando, no sólo es necesario sino obligatorio establecer su estado de salud mental y física. Y como si fuera poco, en medio del lamentable percance médico sufrido por el segundo a bordo, se prendió el debate acerca de si la figura vicepresidencial debe mantenerse o, en su defecto, volver a la del Designado.

Si hay algo peor que el silencio es la especulación. En el Parlamento, que arranca legislatura el próximo viernes, ya se rumora que habrá una petición formal de varios senadores y representantes para que se ordene a Medicina Legal realizar los respectivos exámenes al alto funcionario y presentar un informe al respecto. Y en los corrillos políticos la posibilidad de un eventual reemplazo del segundo a bordo ha dado lugar a múltiples e insólitas hipótesis, no pocas de ellas contagiadas de un tufillo de oportunismo y polarización electoral.

Esta situación no le conviene a las instituciones como tampoco al Gobierno y al propio Garzón y la majestad del cargo que ocupa. Por lo tanto, la Casa de Nariño debería informar de manera oficial y pública qué pasa con el Vicepresidente y acabar de una vez por todas con la incertidumbre y las especulaciones al respecto. Y sobre ese parte oficial tomar las medidas que constitucionalmente están señaladas.