La violencia sin sentido | El Nuevo Siglo
Domingo, 22 de Julio de 2012

* Campañas revisan la estrategia

** Sigue adelante Romney

 

Los Estados Unidos se han conmovido con la noticia del tiroteo en Denver (Colorado). Una vez más la súbita acción de un francotirador solitario, con una máscara y chaleco antibalas, que lanzó gases en un cine y disparó indiscriminadamente contra el público, muestra el peligro que corre la sociedad incapaz de detectar a esos asesinos solitarios, monstruos que crecen al lado de las gentes pacíficas y de bien, que un día cualquiera toman la decisión de atacar a sus semejantes o, de improviso, cometer un magnicidio. Se trata de un sujeto que actuó mientras se presentaba una película de Batman, un héroe inventado que combate el crimen y a los mafiosos.

Mitt Romney, tan pronto supo del bárbaro atentado contra inocentes asistentes a cine, expresó que estaba “apenado por las noticias de la violencia sin sentido” en Colorado y que esperaba que el agresor sea juzgado y le caiga todo el peso de la ley. El atentado determina que el comando de campaña de Barack Obama haga un alto momentáneo para manifestar su congoja y solidaridad con la familia de las víctimas.

Esta acción terrorista que sacude a la opinión pública de Estados Unidos, por el impacto inicial y las airadas reacciones que se han conocido, muy seguramente tendrá un fuerte influjo en la campaña. El tema de la seguridad vuelve a la arena política, en un país que es muy sensible a estos fenómenos desde el horrible atentado a las Torres Gemelas.

El suspenso que ha producido en las campañas el tiroteo en Denver llega en momentos en los cuales la lucha por la Presidencia se radicaliza y los bandos se lanzan pesadas cargas de artillería. Hace poco Barack Obama le dio el visto bueno a una propaganda demócrata que contiene duros ataques contra su rival. En un anuncio de televisión se critica a Mitt Romney por la forma como hizo su fortuna y el manejo de la misma, particularmente como socio de Bain Capital. Los cuestionamientos no son nuevos, tienen que ver con el empate técnico de los candidatos y los últimos avances de Romney, que lo colocan por un punto como eventual ganador de la justa presidencial si las elecciones fuesen hoy. La campaña de Obama ha reaccionado nerviosa y con agresividad a las encuestas y pretenden recuperar puntos desacreditando a Romney, por lo que lo presentan como un millonario egoísta. Pese a ese intento encubierto a medias de fomentar la lucha de clases, los estadounidenses siguen pensando que el dinero bien ganado es prueba de talento, habilidad o suerte. Y no habría sido posible que el candidato republicano multiplicara sus millones si no fuese un visionario en el campo de las finanzas, como un buen administrador, y se rodeara de elementos capaces, para recuperar y solventar empresas que compró al borde de la quiebra. El sentido común de las gentes las hace pensar que un hombre que en tiempos de crisis acrecienta su fortuna es capaz de conducir a su país en medio de la tormenta financiera y los grandes problemas que lo aquejan. Esa sensación que se generaliza entre sus parciales y los indecisos, determina que la campaña sucia se vuelva contra sus gestores... A su vez el presidente Obama les reclama a los que votaron por él en el pasado, que lo favorezcan otra vez, pues considera que necesita más tiempo para recuperar la economía. Es posible que esté en lo cierto desde su punto de vista, lo que pasa es que el electorado, en un país pragmático por naturaleza, se está volviendo impaciente y cuando no ve resultados en lo económico tiende a buscar otra salida.

Por ahora las encuestas muestran que Romney aventaja ligeramente a Obama. En las mismas se han presentado algunos altibajos por lo reñido de la campaña, puesto que ninguno de los dos ha conseguido hasta el momento superar por más de 6 puntos al adversario. Se estima que las declaraciones de Obama, en las que dice que el comandante Hugo Chávez no representa un peligro para Estados Unidos, le han hecho daño entre la comunidad hispanoamericana anticomunista. Lo mismo que su flexibilidad con el régimen castrista genera desconfianza. La franqueza de Romney en cuanto al tema de salud desconcierta al público. Lo que provoca oscilaciones de opinión que al acercarse las elecciones pueden contribuir en una elección reñida a definir la victoria. Si bien, en una reelección en la que al final de campaña se cuestiona a fondo la gestión presidencial, aprovechando el desgaste de estar en el poder, las cosas no pintan bien para el gobernante.