La soberanía colombiana | El Nuevo Siglo
Martes, 17 de Julio de 2012

* Compromiso presidencial

** El litigio en La Haya

 

Una de las enseñanzas de nuestro tiempo, y que se aplica a casi todos los pueblos de la Tierra, es la de defender de manera permanente la soberanía nacional. Cada país, cada Estado, cada gobierno, tiene el deber ineludible de proteger sus fronteras. Para hacer efectiva esa defensa debe amparase en el derecho y mantener unas Fuerzas Armadas capaces de cumplir su misión. La zona marítima de Colombia por el Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, junto con los cayos de Roncador, Quitasueño, Serrana y Serranilla, no se discute. Tal como lo ha reconocido la misma Corte Internacional de Justicia de la Haya en trascendental fallo que reconoció nuestra soberanía.

La visita del presidente Juan Manuel Santos a la isla Bolívar, uno de los cayos del Archipiélago de San Andrés, tuvo como objeto reafirmar esa soberanía y la disposición de defenderla de amenazas externas. Cuando el entonces ministro de Minas, Carlos Rodado, un insobornable nacionalista, avaló a una compañía petrolera para que iniciara pruebas sísmicas en el mar de la costa de San Andrés, el presidente Santos, haciendo eco de la solicitud de varios ecologistas impidió que prosperara la explotación de crudo en el mar. Lo que de manera malintencionada se interpretó en Nicaragua como un acto de debilidad, una claudicación, una renuncia a nuestros derechos marítimos y a explotar nuestra plataforma. Absurda deducción, lo que hizo el gobernante colombiano fue posponer una exploración para preservar la ecología, lo que no quiere decir que no se pueda reanudar en su momento con tecnología apropiada.

La visita a la isla Bolívar muestra esa voluntad inquebrantable de asumir la plena responsabilidad de la defensa de nuestra soberanía. Tal como lo prueba el respaldo que el Gobierno le ha dado a la gestión de los representantes de Colombia que han defendido nuestros intereses con ardor en el litigio que se ventila en La Haya, el coronel Julio Londoño y el internacionalista Guillermo Fernández de Soto, junto con valiosos expertos especializados. En la visita a la isla Bolívar estuvo acompañado por el ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, el del Interior, Federico Renjifo, y los máximos jerarcas de nuestras Fuerzas Armadas. Previamente estos funcionarios se movieron por la zona y estuvieron en otras islas, islotes y cayos, verificando in sito la situación. Los infantes de marina se reportaron al presidente Santos, sus ministros y mandos militares. Santos destacó la importancia de la presencia colombiana en la región y el valioso papel que cumplen allí los infantes de marina y las naves colombianas, que refuerzan el ejercicio de nuestra soberanía en el mar. En San Andrés, se reunió el Jefe de Estado con la gobernadora de San Andrés, Audy Socorro, con la que hizo una evaluación de los avances administrativos, la inversión nacional y anunció futuras inversiones para fomentar el desarrollo.

Colombia ha demostrado a lo largo de la historia que es un país que respeta las normas internacionales, los códigos, los tratados y las fronteras de sus vecinos. Las raras veces que hemos tenido conflictos con terceros países ha sido por cuenta de éstos, que han querido violar nuestra soberanía y transgredir nuestras fronteras. Nuestros antecedentes en la región del Caribe vienen de muy atrás, por la posesión histórica desde cuando en tiempos coloniales de Cartagena salían los barcos españoles de guerra a patrullar el mar y expulsaban a los piratas y agentes foráneos que pretendían explotar ilegalmente o invadir la zona hasta la Mosquitia.

Para efectos del Uti possidetis juris, desde la Independencia se reconoció en Hispanoamérica nuestra soberanía en San Andrés, que era la que correspondía a nuestra geografía en época del Virreinato de la Nueva Granada. Como ha sido reconocido universalmente, incluso por Nicaragua, país signatario del Tratado Esguerra-Bárcenas. Como se sabe Colombia regaló en esa ocasión a Nicaragua, a cambio de nada, las costas que eran nuestras desde los tiempos coloniales. En ese entonces, como hoy, no se discutía nuestra soberanía en San Andrés y Providencia. Y esa fatal generosidad de la diplomacia colombiana ha sido malinterpretada por Nicaragua, una vez más, al incoar una demanda en la Corte Internacional de Justicia, que no tenía competencia para resolver un caso anterior a su misma existencia, puesto que de proceder como reclamaba Nicaragua, habría sido devastador para el derecho internacional y el respeto por las fronteras, lo que habría dado lugar a desconocer los tratados fronterizos e históricos entre los Estados, cuando en La Haya se defiende el Derecho entre las naciones.