Votar, sueños y retos | El Nuevo Siglo
Sábado, 19 de Mayo de 2018

Es habitual decir que los candidatos se la juegan por la presidencia. Y es cierto, gran empeño se pone por semejante reto, como si se tratara de un gran premio, que lo es por la dignidad de dirigir una nación, más no quita las serias verdades y dificultades que enfrentará el elegido.

Tal vez la diferencia la marcará quien logre dar más peso a su inteligencia emocional que a la misma inteligencia racional. Hoy más que nunca quien suba defenderá una ideología y los votantes escogeremos el modelo económico del país que queremos. Así que nuestro voto pende de este hilo.

Y esto atañe a todos: a quienes han construido empresas sobresalientes, a personas con una vulnerabilidad visible y también a aquellos vulnerables ocultos que silenciosamente se enfrentan a dificultades de desempleo, de pérdida de patrimonio, que viven en la inestabilidad permanente del ingreso, en la informalidad o dependen de un empleo de sobrevivencia. El rumbo es cuestión de todos.

Así que no la tienen nada fácil. En primer lugar será un presidente que no puede llegar a gastar sin mesura. Se enfrentará a una economía con un alto déficit fiscal sin posibilidad de aumentar tarifas impositivas por la alta carga que ya se padece.

Un presidente que recibe una sociedad ansiosa por saber qué va a pasar con sus pensiones o si éstas terminarán siendo una ilusión óptica. Una sociedad que suspira por una atención amigable y pronta en salud. Una juventud que quiere educarse cada vez más, y salir del estado de “nini”: ni trabaja ni estudia y mejorar sus tasas de emprendimiento y empleo. Unas ciudades que quieren seguridad, mucha seguridad. Un campo que quiere tener el apoyo para su desarrollo. Familias enteras que quieren ver hijos con formación en valores y libres de drogas. Adultos que aún tienen la esperanza de encontrar oportunidades. Empresas que quieren poder actuar con seguridad jurídica y tener la confianza de invertir en su país. Existe el mayor de los deseos por un entorno de libertad que propicie el desarrollo como base para reducir la pobreza.

Y el cómo se quiera recuperar la economía marcará la diferencia, sin dejar de lado la papa caliente que representan la implementación del acuerdo con las Farc. La dupla Duque y Marta Lucía se obstinan en la eficacia y la eficiencia administrativa. Austeridad en funcionamiento del gobierno que de mayor espacio a la inversión, subsidios necesarios pero transitorios que generen capacidad de generar ingresos, simplificación de la actividad productiva: menores trámites, reducción de la complejidad tributaria, diversificación de exportaciones, disminución de costos logísticos, ampliación de la capacidad para transformar nuestros productos en industria, mayor oferta de acciones de empresas en Bolsa, reducción de la evasión de impuestos, es decir, mejorar la competitividad del país.

Es una apuesta muy difícil y retadora. Donde se propone que la legalidad, el emprendimiento y la equidad no sean un mero evento sino la identidad del país y su mejor revolución social.

uribemariaelisa@gmail.com