¿Quiénes son Iván Duque y Gustavo Petro? | El Nuevo Siglo
Foto Anadolu / AFP.
Domingo, 27 de Mayo de 2018
Agence France Presse

Este domingo se celebró la jornada electoral en Colombia a fin de determinar quién será el presidente del país. Como habían previsto los analistas, un solo candidato no se alzó con la victoria y se deberá acudir a una segunda vuelta, en la cual se enfrentarán Iván Duque, por el Centro Democrático, y Gustavo Petro, por el movimiento Colombia Humana.

La AFP realizó un perfil para detallar quién es cada candidato y qué ha hecho en el país.

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Iván Duque

Puede llegar a ser el presidente más joven en la historia moderna de Colombia, pero sobre todo Iván Duque figura como el elegido del popular exmandatario Álvaro Uribe para recuperar el poder para la derecha opuesta a un histórico pacto de paz con la exguerrilla FARC.

Afable y con algunos kilos de más, este senador de 41 años venció en la primera vuelta presidencial con el 39% de los votos. Ahora deberá medirse con el exguerrillero Gustavo Petro (25%) en un balotaje entre fuerzas antagónicas.

Abogado con maestría en economía y corta experiencia política, Duque (Bogotá, 1976) representa a la mitad de Colombia "indignada" por las "concesiones" a la exguerrilla FARC a cambio de transformarse en partido tras medio siglo de guerra. 

Por eso promete realizar "modificaciones estructurales" al acuerdo de paz de 2016 que desarmó a 7.000 combatientes. 

Queremos que "quienes han cometido crímenes de lesa humanidad tengan sanciones proporcionales que sean incompatibles con la representación política", dijo a AFP.

Lo convenido estipula que los jefes exguerrilleros reciban penas alternativas a prisión si confiesan crímenes y reparan a las millones de víctimas de un conflicto en el que también participaron paramilitares de ultraderecha y agentes del Estado.

Duque también es vocero de esos colombianos temerosos de que el país siga el rumbo que lastró económicamente a Venezuela, lo que ocurriría, asegura, si gana Petro. Al presidente venezolano, Nicolás Maduro, lo llama "dictador" y "genocida".

Pero, sobre todo, es la muestra de que las ideas del ahora senador Uribe -mano dura contra los rebeldes, inversión privada y valores tradicionales- siguen vivas tras ocho años de dejar la presidencia. 

Y ese poder de Uribe es su mayor reto en caso de llegar a gobernar. Dentro de su partido, el Centro Democrático, afirman que Duque "le debe" todo al ahora senador; en la oposición señalan que es un "títere" del exmandatario.

"Todavía nadie sabe si tiene criterio propio o va a obedecer los mandatos de otro", sostiene Fabián Acuña, profesor de la Universidad Javeriana. 

 

"Buen muchacho"

Su experiencia en la política es de cuatro años. Pero este bogotano "ha vivido la política y desde niño la lleva en la sangre", afirma José Obdulio Gaviria, uno de los ideólogos del uribismo.

Con su padre Iván Duque Escobar, un liberal de extensa carrera política, aprendió de discursos políticos.

Pero fue con el entonces ministro Juan Manuel Santos con quien se inició profesionalmente en los 90 como asesor de Hacienda. Luego saltó al Banco Interamericano de Desarrollo (BID), donde estuvo casi 13 años.

Hoy, Duque se opone a Santos. 

"Es muy dinámico en sus relaciones públicas, muy hábil para manejar las relaciones", dijo a la AFP una fuente que trabajó con él en el BID.

En Estados Unidos conoció a Uribe, quien lo incluyó en su lista cerrada al Senado para el periodo 2014-18.

"Iván es más que sabio y estoy seguro de que tiene por delante un futuro brillante", escribió Uribe en los agradecimientos de su libro "No hay causa perdida" (2012).

Sus colegas en el Congreso valoran su inteligencia, responsabilidad y disciplina. En cuatro años logró destacarse y sacó adelante cuatro leyes, la más relevante sobre emprendimientos y economía naranja.

Pero "un presidente tiene que tener experiencia, autonomía, capacidad política propia, de todo eso carece Iván, que es, como todo el mundo reconoce, un buen muchacho", considera el senador oficialista Roy Barreras.

 

Melómano y futbolero

Su imagen jovial y moderna, en la que abundan las camisas sin corbata y los jeans, contrasta con sus creencias conservadoras: se opone a la adopción y matrimonio gay, la eutanasia, la legalización o despenalización de la droga.

A su campaña se unieron sectores de ultraderecha y evangélicos, que podrían responder a su endurecimiento en estos temas, pues hace años celebraba los avances de las libertades individuales en el país.

Casado hace 15 años y padre de tres hijos, de niño soñaba con ser delantero del América de Cali. 

Melómano consagrado, tocaba bajo y cantaba en una banda de rock que formó con sus amigos del exclusivo colegio de Bogotá del que se graduó de bachiller. Aún hoy, en su tiempo libre, toca guitarra. 

Se reconoce como un buen bailarín de salsa y, paradójicamente, uno de sus géneros musicales predilectos es la trova cubana, cuyos mensajes revolucionarios intenta dejar a un lado.

También es un mago aficionado. Su "truco" consagratorio sería ser el más joven elegido para ocupar el sillón presidencial, por detrás del liberal Eustorgio Salgar, quien con 39 años lo ocupó entre 1870 y 1872.

 

Gustavo Petro

Gustavo Petro burló la muerte y el estigma para convertirse en el primer exguerrillero en llegar tan lejos en la búsqueda de la presidencia de Colombia. Su ascenso hace tambalear un siglo de gobiernos tradicionales. 

De 58 años, el también exalcalde de Bogotá sacó la segunda votación más alta en las elecciones de este domingo (25% de los votos), y se medirá el 17 de junio en un balotaje con el derechista Iván Duque (39%).

Este hombre de mediana estatura, que lleva lentes gruesos por culpa de la miopía, cuida su apariencia frente a las cámaras, aunque sin excesivo esmero. Cuando le habla a la multitud, desvanece su mentada timidez.

Petro recobró para la izquierda la plaza pública y el apoyo de un importante sector de jóvenes, tras el pacto de paz con la guerrilla de las FARC cuya fallida y violenta lucha desacreditó por décadas a esta tendencia. 

Si gana la presidencia "será porque la ciudadanía logró separarse del miedo que produce la guerra y la política del odio", señaló a la AFP.

Azotada por dictaduras militares en el siglo XX, Sudamérica ya conoció gobiernos a la cabeza de rebeldes que alguna vez validaron las armas, como Dilma Rousseff en Brasil o José Mujica en Uruguay.

Pero en una Colombia ensangrentada por medio siglo de conflicto ya en vías de extinción, el éxito electoral de Petro - cimentado en su oratoria - amenaza por primera vez con quebrantar un pasado de élites conservadoras y liberales.

Y quien encarna este fenómeno es un "populista radical" - a ojos de sus críticos - que militó en el disuelto M-19, un movimiento nacionalista de jóvenes de ciudad críticos del marxismo que asaltó el Palacio de Justicia (99 muertos en el ataque y la retoma militar) antes de deponer los fusiles y promover la Constitución liberal de 1991.

Fue un "pésimo guerrillero en armas, pero buen guerrillero político. Nosotros éramos los hijos de puta que echábamos tiros y él hacía lo importante", recuerda a la AFP Juan Montaña, de 70 años, excompañero de Petro en "El eme" en los ochenta.  

Con él, la fragmentada y minoritaria izquierda ha encontrado una fórmula de poder en uno de los países más desiguales del mundo.

"Es un hombre muy exigente y le hace estricto control a los resultados. Es amable, generoso y muy tímido, y separa muy bien su vida familiar de la vida pública", señala a la AFP Jorge Rojas, uno de sus más cercanos colaboradores y quien lo conoce hace 16 años. 

 

Soberbia selectiva

Nacido en un hogar modesto de la costa Caribe y educado por sacerdotes, Petro abrazó las ideas de izquierda tras el golpe de Estado en Chile de 1973.

Lector apasionado de Gabriel García Márquez, se formó como economista con varias especializaciones y antes de comenzar la vida parlamentaria que le dio notoriedad, aprendió a ganarse a las clases populares.

Siendo edil de Zipaquirá, una fría localidad próxima a Bogotá, ayudó a construir el barrio Bolívar 83 que terminó sirviéndole de escondite de la persecución militar. "La gente me cuidaba y me guardaba", recuerda. Finalmente fue capturado y llevado a un complejo militar donde, sostiene, llegó a ser torturado y temió por su vida.

Desde entonces la muerte lo ha rondado y forzado al exilio, incluso a llevar una "gabardina blindada" y dormir con una ametralladora cerca, según le contó al diario El Tiempo en la época en que, como senador, reveló los nexos entre políticos y paramilitares de ultraderecha.

Años después, y tras su gestión como alcalde de Bogotá (2012-2015), donde se ganó la fama de arrogante y mal administrador, Petro ha encontrado de nuevo una trinchera en las multitudes y las redes sociales (es el presidenciable con más seguidores en Twitter y Facebook). 

Mientras una mitad lo tacha por su pasado guerrillero, por autoritario o por su plan "irrealizable" de reformas, o por todo a la vez; la otra llena plazas para escuchar su discurso ambientalista de ruptura y cambio. Desde la tarima ha intentado espantar los miedos que propagan los adversarios por su supuesta afinidad chavista ahora que Venezuela se hunde en la crisis económica. 

Esposo y padre de seis hijos, el dirigente que defendió al fallecido Hugo Chávez pero que critica a Nicolás Maduro, fue cuestionado alguna vez por su soberbia. Y lo admitió - recuerda Rojas - pero con una salvedad: lo era con "los poderosos pero no con los humildes". 

Con Petro, temen sus críticos, podría desatarse un anacrónico conflicto de clases.