“El rio Bogotá no está muerto” | El Nuevo Siglo
Martes, 24 de Febrero de 2015

Cada día toma más fuerza la creencia de que el rio Bogotá no tiene salvación y que en él es casi imposible hallar vida, pero la realidad es bien distinta.

Una investigación de la Universidad de Ciencias Aplicadas y Ambientales U.D.C.A, cuyo grupo de investigadores evaluó a lo largo de 18 puntos del río, desde su nacimiento en Villapinzón hasta el puente de la Virgen en la vía Suba-Cota, los cambios de la vegetación acuática y terrestre, de las aves, de la calidad del agua y su papel en la transferencia de contaminantes como el mercurio, plomo y cromo.

“Hasta el momento no se conocían las aves y vegetación a lo largo de este tramo, tampoco se había buscado integrar diversas variables ambientales que indiquen cómo es la transformación en esta parte del afluente”, señaló Loreta Rosselli, docente e investigadora de la Facultad de Ciencias Ambientales de la U.D.C.A.

En esta búsqueda se encontró variedad y abundancia de aves acuáticas; 30 especies como la Tingua o Gallareta Moteada, especie críticamente amenazada en el país; el Pato Canadiense o Cerceta Aliazul, migratoria norteamericana; y Mosqueritos Guardarríos, lo que resalta la importancia del río para la conservación de animales y vegetación.

Sin embargo, a medida que avanza el afluente, sostiene Rosselli, “la calidad del agua se va deteriorando; sin embargo, se ven signos de recuperación en la parte media del curso alto, especialmente en los municipios de Suesca, Gachancipá y Tocancipá”.

En todos los puntos seleccionados para el muestreo se encontró presencia de los metales pesados estudiados con mayores niveles de plomo y mercurio en los municipios con mayor presencia de industria. El cromo fue más alto después de Villapinzón y en el municipio de Chía, en las cercanías de la desembocadura del río Frío.

“Estos resultados son claves para la conservación de la biodiversidad colombiana, llaman la atención sobre la posibilidad de ecoturismo y alertan sobre esta fuente de agua que provee al acueducto de la ciudad de Bogotá en la planta de Tibitoc, la cual se está viendo afectada por la creciente contaminación” agregó. 

Los resultados de la investigación son pertinentes para que las obras que se realicen en el río no afecten la vegetación acuática y la avifauna que depende de ella, y para que se restaure con vegetación nativa leñosa su ronda, mejorando las poblaciones de las aves con mayor prioridad de conservación y consolidando una conectividad ecológica a nivel regional.

Teniendo en cuenta el amplio uso del afluente por parte de la población, el estudio también advierte la urgencia de que la autoridad ambiental ejerza un mayor control sobre los vertimientos, ajustándose a la normatividad vigente para minimizar el impacto sobre el ecosistema.

Además, dadas las condiciones de contaminación, el informe señala que no es recomendable consumir productos obtenidos del rio como peces y cangrejos que son sacados en cantidades apreciables y comercializadas en este sector.

“En conclusión, nadie había visto qué tipo de pájaros habitan en el curso alto del rio Bogotá, pero con certeza muchos lo daban por muerto”, concluye el estudio.