Santander, casa de puertas abiertas | El Nuevo Siglo
Foto El Nuevo Siglo
Domingo, 3 de Diciembre de 2017
Es uno de los departamentos más llamativos del país por su diversa gastronomía, su relieve, que va desde lo romántico hasta los deportes extremos, y sus pueblos llenos de historia y edificaciones antiguas que invitan a rememorar su historia.

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Lo que conocemos de Santander se queda corto cuando logramos adentrarnos totalmente en la magia de su naturaleza, lo enigmático de su cultura, la calidez de sus gentes, la belleza de sus paisajes y sus construcciones antiguas.

Es un lugar polifacético, donde logramos reencontrarnos con nuestra propia identidad, para los más osados se encuentran los deportes extremos, en el imponente Cañón del Chicamocha, los cielos se inundan con aquellos que quieren volar  en alas de parapente, o correr a la velocidad de las cuatrimotos, o sencillamente practicar el Hickin (caminar por la montaña), hasta llegar a encontrar la paz, relajación y espiritualidad en medio de sus bosques, para ello nos encontramos en el pueblo más hermoso de Colombia, Barichara, donde el silencio es el Rey, un sitio donde el tiempo se detiene para realizar un viaje al interior de tu propio ser, sus casas coloniales, adornadas con buganbilias de preciosos colores, dan un toque de alegría y serenidad.

El rastro de una cultura que deja marcas en sus generaciones lo hallamos en el corregimiento de Guane, el museo de Arqueología y Paleontología fundado por el sacerdote Isaías Ardila Díaz, nos muestra las raíces de un ancestro  indígena, plasmado en las pinturas rupestres, los cerca de 10.000 fósiles marinos que datan de 60.000 millones de años de antigüedad.

Sus manos aún viven en las más de 215 piezas de cerámica, moldeadas por ellos; Santander es un departamento que a pesar de haber perdido su cultura indígena, todavía la siente en el mestizaje de sus habitantes. La última sobreviviente de la tribu Guane, es Doña Felisa Alquichire, quien ya no conserva su dialecto original, pues lo perdió al contraer matrimonio con un hombre del pueblo, quien solo hablaba español, su linaje se quedó en el pasado, lo que sí prevalece es su arte y costumbres aborígenes, aún a sus más de ochenta años fabrica piezas de cerámica al mejor estilo de sus antepasados.

La dulce Floridablanca

En este municipio que hace parte de la metrópoli de Bucaramanga, el sabor de la vida se quedó a vivir en esta hermosa tierra, desde tu llegada logras percibir lo dulce de sus sabores, tan es así, que se encuentra el primer puente con un nombre tan particular y especifico como: “Papi, quiero piña”; aquí se puede recrear, el primer beso, un amor profundo, que nos rompan el corazón y reencontrarnos en un matrimonio, todas estas experiencias y sensaciones se logran encontrar con solo morder una deliciosa oblea de Floridablanca, el municipio de Santander donde toda la riqueza cultural la puedes sentir a través de lo dulce de sus postres.

El café

Según investigaciones elaboradas por los historiadores, esta deliciosa semilla ingresó a nuestro país precisamente por el departamento de Santander, aquí podemos encontrar gran cantidad de variedades, tan exquisitas como las del Quindío y de calidad tipo exportación. Su sabor es más suave y delicado, dulce, tanto que se consume en la mayoría de los casos sin azúcar, para el santandereano el café, más que una forma de economía, es una forma de vida, el santandereano disfruta y hace del café un sentir propio del arraigo de su naturaleza fuerte y recia.

Lo maravilloso de la agricultura de Santander es el acoplamiento perfecto entre la naturaleza y la industria, todo aquí es dado de forma natural, los invernaderos son naturales, dieciséis hectáreas de árboles con  enormes troncos sirven como polisombra para que los cultivos no se quemen.

Todas estas palabras se quedan sin piso, en comparación a los paisajes extraordinarios, a los colores y a los detalles que le pone cada uno de los pobladores a Santander, para poder entender todas estas líneas es preciso tomar el camino hacía este hermoso paraíso de color y sabor, del cual seguramente quedará prendado y no querrá salir, solamente regresar una vez más para vivir una experiencia única y maravillosa.
 
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