Lo mismo de antes | El Nuevo Siglo
Martes, 5 de Diciembre de 2017

Hace 60 años, por primera vez en la historia colombiana, las mujeres tuvieron derecho a votar. Semejante derecho se les concedió por un Acto Legislativo de la dictadura Rojas Pinilla en el año 1954, pero solo pudieron hacer uso efectivo y real el 1 de diciembre de 1957, precisamente para ratificar uno de los pocos procesos de paz que ha funcionado en Colombia. El del Frente Nacional.

60 años han pasado de esa gesta que pelearon, entre otras Esmeralda Arboleda, Aydee Anzola, Emilia Pardo y Rosita Turizo, para poder ser ciudadanas con plenos derechos políticos. Entonces, también hubo voces que se oponían radicalmente a ese derecho. Hablaban de la pérdida de la feminidad, de la debacle de las instituciones familiares, “de la perdida de la autoridad marital”. A todos esos egregios varones los enfrentó y derrotó doña Esmeralda Arboleda, a nombre del entonces Gran Partido Liberal.

Los cavernícolas de entonces son los mismos de ahora. El que llevaba la batuta de la caverna entonces era don Fernando Londoño y Londoño, secundado por Guillermo León Valencia. Ahí están para vergüenza histórica sus intervenciones contra el voto femenino en la Anac. El discurso paternalista, machista y supuestamente protector que esgrimían esos conservadores, es el mismo que habían usado 22 años antes para oponerse a la ley 28 de 1932 sobre emancipación económica femenina.

Y esa ideología conservadora, cerrera, antidemocrática y autoritaria es la misma que, sin distingo de partido, en los años setenta suscribió el Pacto de Chicoral para acabar con la reforma agraria de Lleras Restrepo y que se repitió después en el de Chivolo o el de Ralito para “refundar la patria”.

Como diría el viejo bambuco “ahí están, esos son” los dueños de la nación. Los herederos ideológicos de Londoño y Valencia siguen ahí, 60  años después defendiendo los privilegios del poder que siempre han tenido y agitando los mismos miedos con las mismas mentiras de ayer, de antier y de hoy para reclutar esa recua de seguidores que les votan aunque les reduzcan sus salarios, les roben la alimentación de sus hijos o se hagan los de la vista gorda con la restitución de sus tierras.

Ahora asustan con el coco de la Farc para impedirle a las víctimas de los territorios de las circunscripciones especiales acceder al Congreso. Huyen de las sesiones como lo hicieron en el 54 para no aprobar el voto femenino y esconden sus verdaderas y mezquinas motivaciones en la supuesta protección de la intangibilidad moral del ejercicio parlamentario para el cual solo están habilitados ellos o sus herederos. La autodenominada gente de bien.

Es la eterna historia de Colombia, un país que tiene dueños y en el cual, como decía Gaitán, sigue existiendo una gran distancia entre el país político y el país nacional. Es la distancia que ha alimentado el eterno reciclaje de todas las guerras que aquí han sucedido y que nos empeñamos en eternizar, porque cada cuatro años elegimos a los mismos.

Tal vez algún día cambiemos y, ojalá, todavía tengamos país.

@Quinternatte