La magia desapercibida de una profesión: los libreros | El Nuevo Siglo
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Domingo, 10 de Diciembre de 2017
Andrés Rivera
Hay una diferencia grande, aunque imperceptible (para muchos), entre  ser un vendedor de libros y un librero. Para el segundo,  un libro es su vida; los lectores, sus cómplices. Conozca estas historias

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DURANTE esta semana disfruté de algo que hace ya demasiado tiempo no podía hacer. Me hacía falta. Pasé horas enteras recorriendo distintas librerías en Bogotá; ojeando libros y antojándome a niveles que no imaginan, pero sobre todo, tuve la fortuna de compartir un rato con los libreros encargados de nutrir y guiar dichos escenarios. Fueron conversaciones fascinantes que me acercaron un poco a lo que significa ser librero en una ciudad como esta y  en una época como en la que vivimos. 

 

Al describir su profesión mencionan que el punto de partida es un amor arraigado por los libros, por la lectura y por lo éstos han representado en la historia de la civilización. Daniel Arreaza (de Wilborada 1047) comenta a manera ejemplo que los libros son como archivos vivos que cuando entran en desuso, o hasta se llegan a ver como amenaza, los costos para la especie son muy altos, entre ellos guerras, represión, odio por la diferencia etc. De igual forma dice que estos archivos vivos pueden servir como espejo para mostrarnos desde los aspectos más sublimes hasta los más grotescos de lo humano. Según esto los libreros podrían ser un tipo especial de protectores. ¨La lectura es una de las formas y posibilidades de la libertad. Una de las maneras para encontrarse consigo mismo y con los demás, permite pensar más libremente, abrir los ojos y descubrir una mirada propia frente a un mundo que nos cuestiona constantemente¨, dice Álvaro Castillo Granada (San Librario libros).

 

Los libreros se definen como un puente, como una figura intermediaria que puede guiar a una persona a encontrar aquel libro que desea o necesita. Adriana Laganis de ArteLetra me mostró su labor desde una forma poética. Ella veía su profesión de librera como una especie de guía o de cómplice que acompañaba al lector a navegar el universo infinito de los libros, señalando o sugiriendo direcciones insospechadas, quizá islas con tesoros escondidos, cavernas con monstruos o tal vez caminos con preguntas aún sin respuesta. Seguro ella no se dio cuenta, pero apenas me dijo esto miré rápidamente a alrededor y comprendí que dentro de los estantes de ArteLetra yo no sabría por dónde empezar. Volví a mirarla y ella sonreía complacida por su ocurrencia. Sentí confianza de que me ayudaría si se lo pedía.

 

Me compartieron que el ser librero es una profesión en la que  se requiere conocer a la comunidad y a los individuos que se quiere acompañar. Es decir, necesita cierta habilidad para salirse de sí mismo y hacer un esfuerzo por ponerse en los zapatos del otro; intentar comprenderlo, preguntarle sus gustos, su historia de lectura, quizá hasta sus necesidades, y de esta forma poder conocer a la persona y guiarla mejor. Puede ser por esto que se genera la fidelidad del cliente con sus libreros. La confianza y la cercanía que se puede alcanzar con el librero y su criterio impulsa el deseo de continuar explorando. Esta es una de las diferencias fundamentales que perciben entre un librero y un vendedor de libros.

 

Aunque no hay un menosprecio por esa labor (la ven como una forma diferente de unir a una persona con cierto tipo de libros con determinadas implicaciones y prácticas). Los libreros se distancian de ellos en varias formas: 1) las librerías, a diferencia de los que venden libros, no sobreviven en función del volumen de ventas sino se centran más en el servicio, en el acompañamiento 2) Intentan conseguir que la experiencia de búsqueda sea gratificante 3) El librero se toma la pausa de esta ritmo vertiginoso de las novedades constante y se pregunta por si este libro le va a funcionar a la  persona que se lo va a llevar 4) Se toma el tiempo e intenta acercarse y ¨morder¨ (expresión de Carlos Duarte de Tornamesa) los libros que le llegan sabiendo que no podrá leerlos todos.

 

Al conocer los libros se empieza a generar un paisaje de posibles lectores a los que les podría funcionar. Los libreros son conscientes del impacto que tienen desde el momento de decidir qué poner en la vitrina.  Esto unido a un sentido, más bien, a una convicción frente a la responsabilidad de ofrecer libros de buena calidad, que ofrezcan algo con sentido. “No podría concebir a la librería como un almacén”, cuenta Adriana.

 

Mauricio Lleras de Prólogo libros comenta que para el que vende libros éste se convierte principalmente en un objeto. Mientras que lo que busca el librero es que el libro se vuelva sujeto. Es decir, que el lector se compenetre a tal nivel con el libro  que pueda vivir la vida del libro. De esta forma, sostiene Mauricio, el libro deja de ser objeto y se convierte en sujeto.

 

Me pareció muy diciente que la pasión y el amor por la lectura de todos los libreros con los que hablé inició temprano en la infancia y en la adolescencia. Especialmente en escenarios relacionados con los padres. Momentos de lectura compartida, regalos, visitas a librerías, juegos alrededor de lo leído, momentos de recogimiento etc. Ahora con la tecnología me pregunto qué tan frecuentes seguirán siendo esos escenarios. También varios me comentaron que se volvieron el tipo de libreros que les hubiera gustado tener en su juventud. 

 

Por último quisiera compartirles algunas de las cosas que ellos más disfrutan de su labor. Gozan ver cuando alguien entra a la librería y se asombra con lo que encuentra. Ser testigos del despertar de la curiosidad y del juego seductor de los libros que ven aunque no los compren. Ver regresar a un cliente contento por su experiencia con lo que se le recomendó y con ganas de buscar otra cosa. ¨La gratitud de un cliente feliz no tiene medida, no tiene precio. Eso es mejor que vender millones de libros. Esa es la utilidad que a mi me gusta¨, dice Mauricio.

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@AndresRivera89 / af.rivera233@hotmail.com

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