El Tesoro Quimbaya | El Nuevo Siglo
Sábado, 23 de Diciembre de 2017

El activo académico, autor de conocidos libros históricos y literarios, Jaime Lopera Gutiérrez fue el que inició y protagonizó la exitosa campaña para recuperar el Tesoro Quimbaya, donado al gobierno español a raíz de un laudo arbitral en uno de los conflictos limítrofes con Venezuela. Según Jaime Lopera, son fundamentales los ingredientes que le dan fuerza y sentido al concepto de nacionalidad a un pueblo.

Un país que no respete sus orígenes es como un árbol sin raíces, carece de vitalidad y sustento. En el mestizaje colombiano lo indígena es poderoso.

En muchos aspectos ha influido el indígena en el colombiano. La orfebrería es rica y maravillosa. Hoy mismo constituye una robusta fuente de recursos económicos en la población rural. En lo lingüístico, se sostiene por parte de expertos, que no menos de 5.000 voces son de los aborígenes.

En el orden de las relaciones del hombre con su medio natural, el indígena está vivo, en nuestro hombre de hoy, a través de los términos toponímicos y toponomásticos, muchos de ellos anteriores al descubrimiento. La mayoría de los sitios en que fundaron -supuestamente- los españoles ciudades y grupos poblacionales, ya existían como lugares habitados por los indígenas. El aborigen tuvo el talento excepcional de organizar su vivienda en zonas estratégicas pensando en el clima, las corrientes de aire, los recursos hídricos y la facilidad para comunicarse con otros vecinos. Su gobierno se estructuró según lo dicho antes.

Cualquier nomenclatura geográfica revela el altísimo porcentaje de elementos toponímicos de la raíz indígena, muchas veces originado en el gentilicio de la tribu o en el apelativo del cacique usado, con frecuencia, para bautizar el grupo. El aborigen fue el primero en dominar la naturaleza en muchas partes, abriendo el camino a los españoles. En el campo de la fauna, el indio hizo grandes aportes a los colombianos. El nativo nos enseñó a utilizar los animales y también a evitarlos. El aprovechamiento medicinal de la flora fue impresionante. Las construcciones campesinas en multitud de sitios son iguales a las indígenas. El maíz, la yuca y otros productos en la comida fueron costumbre indígena transmitida al español. El ser humano come, no lo quiere, sino lo que se cultiva en el lugar que habita.

Jaime Lopera se ha interesado en respetar todo lo que se relaciona con el indio. Y este empeño es difícil. El tema indígena es secundario y sin trascendencia. Cuando llegaron los españoles, los indios los recibieron pacíficamente. Cuando los europeos mostraron su codicia y su obsesión por el oro y la tierra, surgió un enfrentamiento desigual.

El invasor usa armas de fuego y perros feroces. El indio no tiene alma. Es una bestia salvaje y hay que exterminarlo. Al indio se le maltrata por no aceptar se inferioridad y por no someterse al requerimiento de quien viene artillado de armas, títulos, documentos y motivos. El indio jamás se sometió. Luchó con el valor. Hoy mismo, se insulta al semejante gritándole con desprecio. “Usted es peor que un indio…o no hay nada más odioso que un negro con plata o un indio con corbata”.

Que la justicia se haya atrevido a dictar sentencia a favor de Colombia es formidable. Ojala la diplomacia trabaje con tenacidad este delicado asunto.