Delirios monetarios en Caracas | El Nuevo Siglo
Martes, 5 de Diciembre de 2017
  • Maduro apuesta por criptomonedas
  • Petróleo empeñado y economía recesiva

 

No hay día en que el gobierno de Venezuela no sorprenda con alguna propuesta para salir de la aguda crisis política, económica, social e institucional que el propio régimen chavista causó y que tiene a esa nación subordinada a un sistema dictatorial, con un modelo productivo quebrado y recesivo, gran parte de la población pasando hambre y necesidades de todo tipo y, como si todo lo anterior fuera poco, con un estatus ya de “estado fallido”.

Frente a todo ello, el chavismo trata desesperadamente de aferrarse a cuanto salvavidas aparece en las turbulentas aguas en las que, lastimosamente, naufraga esa nación. Es innegable que el régimen tomó un aire tras los errores cometidos por la opositora Mesa de Unidad Democrática (MUD) que no supo mantenerse unida cuando ya tenían contra las cuerdas a Maduro y compañía, luego de las más grandes protestas callejeras de los últimos años. Incluso, Caracas hace ya cuentas sobre el impacto que pueda tener en sus alicaídas finanzas la recuperación en los últimos dos meses de la cotización internacional del petróleo, que parece enrutarse a los 60 dólares el barril.

Sin embargo, la última movida del presidente venezolano Nicolás Maduro ya raya en el delirio, al decir de los expertos. Ahora propuso crear una moneda virtual denominada “Petro”, que sería el salvavidas para superar lo que Caracas denomina el “bloqueo financiero internacional a la revolución bolivariana”.

Lo cierto es que la posibilidad de que Venezuela entre al todavía gaseoso negocio de las criptomonedas no genera mayor credibilidad entre los mercados de capitales internacionales y no faltó quien calificara el anuncio como un descache populista. Es claro que la afirmación gubernamental en torno a que “Petro” estará respaldada en la “riqueza petrolera”, se estrella con la realidad objetiva y mundialmente aceptada en torno a que si bien la vecina nación continúa en el top de las reservas mundiales de crudo, una parte sustancial de estas están hipotecadas a China y Rusia por una abultada deuda, en tanto que la capacidad exploratoria y extractiva se ha marchitado en la última década por la estampida de las principales multinacionales, la diáspora del personal calificado y el hecho de que Petróleos de Venezuela (Pdvsa), la otrora poderosa estatal de hidrocarburos, no solo terminó como ‘caja menor’ del régimen, sino que es blanco de corrupción a gran escala.

En segundo lugar es innegable que una economía como la venezolana, que arrastra ya un default parcial por incumplir pagos de capital e intereses a la banca externa y cuya deuda  total supera los más de 150 mil millones de dólares, difícilmente puede generar en el mercado de capitales credibilidad sobre la viabilidad y respaldo real a una criptomoneda. Además, no hay que olvidar que Estados Unidos impuso fuertes sanciones a las empresas que negocien bonos y otros papeles venezolanos, lo que, de entrada, es un obstáculo muy alto para mantenerse en el mercado de monedas virtuales, pues eventuales compradores no se van a arriesgar a caer en la lista negra de las autoridades norteamericanas.

No deja de llamar la atención que Maduro haga anuncios que tanto él como su equipo de gobierno saben, en el fondo, que no tienen mayor viabilidad. Pero es obvio que la razón de dar un paso en ese sentido es populista, ya que se acercan los comicios locales y el chavismo quiere ganarlos en toda la línea, algo ya de por sí estaría garantizado porque la oposición advirtió que no participará por falta de garantías electorales. Tras imponer una asamblea constituyente de bolsillo, anular muchos de los poderes de la Asamblea Nacional Legislativa, acallar y forzar al exilio a los líderes de la oposición y ganar la mayoría de las gobernaciones en las elecciones recientes, es urgente para Caracas mantener el dominio de las alcaldías resulta vital, más aún ahora que se anunció que Maduro buscará la reelección a finales del próximo año.

La intención del chavismo de lanzar a Venezuela al mercado de las criptomonedas tiene que analizarse bajo ese marco circunstancial. Y allí la conclusión no puede ser otra distinta: los delirios monetarios en Maduro no son más que una salida irreal para un país que tiene buena parte de su petróleo empeñado, una economía recesiva y cero confianza de los mercados de capitales globales.

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