“Tejiendo calle”, una mirada ambulante por Cartagena | El Nuevo Siglo
Foto Cortesía NC
Lunes, 26 de Diciembre de 2016

La más reciente exposición de la artista cartagenera Ruby Rumié pone en escena a 50 vendedoras ambulantes de Cartagena y poblaciones cercanas, con la intención de rescatarlas del olvido e inaugurar nuevas miradas sobre ellas y su entorno.

En la jerga popular cartagenera, “tejer calle” es una expresión usada por las abuelas para nombrar a quienes permanentemente recorren las vías de la ciudad. Un juego de palabras que describe muy bien la rutina de mujeres que por años se han dedicado a la venta ambulante, mujeres de voz fuerte y verbo exuberante que vocean sus productos de puerta en puerta o en los espacios públicos de la ciudad.

Hacia ellas dirigió su mirada la artista cartagenera Ruby Rumié en su última obra, “Tejiendo calle”, un reconocimiento a estas mujeres que hacen parte de la historia y la memoria de Cartagena y Bolívar, y que por años han sido invisibilidades y en algunos casos vistas como parte del paisaje exótico de la ciudad turística.

Las tejedoras de calles de Rumié no son solo mujeres, son mujeres mayores de 70 años, son mujeres afrodescendientes, son mujeres que no esconden las canas y otros signos de la edad, sino que las portan con orgullo, como Dominga Torres Teherán, una vendedora de pescado nacida en la isla de Tierra bomba, frente a Cartagena, a la que conoció la artista, y que representó un punto de partida para lo que tenía en mente.

“Quería trabajar con mujeres mayores y la fortuna me puso enfrente a Dominga, una mujer que por más de 45 años ha caminado las calles vendiendo pescado. Luego de nuestra conversación le propuse fotografiarla y me sorprendió su belleza natural”, narra la artista, quien reconoce que más allá del juego de las clasificaciones, el descubrimiento de Dominga como persona la motivó a contactar a otras mujeres en circunstancias similares.

Vinieron luego dos años de trabajo en los que realizó visitas de campo, investigaciones y pesquisas que la llevaron por varios municipios y corregimientos de Bolívar, algunos de ellos antiguos palenques donde aún palpitan las huellas de la resistencia. No fue fácil, pues la meta era encontrar 50 mujeres adultas mayores para luego trabajar con ellas un año largo.

“Buscaba una mirada lo más amplia posible sobre las mujeres vendedoras ambulantes”, subraya la artista, para sacarlas del estereotipo, exaltar el cuerpo, los objetos de su oficio, el conocimiento del que son portadoras, y honrarlas, visibilizarlas, y en cierto modo cuajar un ejercicio de memoria que quedó consignado en Tejiendo calle.

En palabras de Rumié, Tejiendo calle “presenta nuevos puntos de vista sobre ellas, sus saberes y los diferentes elementos que comprenden su labor, para transformar el encuentro de los espectadores con estas mujeres y, probablemente, el de ellas consigo mismas”.

Mirada profunda

 La exposición está concebida en diferentes formatos: fotografías de 60 x 90 centímetros cada una, dispuestas en una instalación de 5 metros de alto por 9 de ancho; un video de la ceremonia, y un corpus de cinco tomos a manera de archivo histórico, que se despliega espacialmente en la galería, y que está compuesto por tres álbumes de fotografías, uno de estampillas y un libro que recopila los dos años de trabajo de Tejiendo calle. La idea es dejar un registro para que, quienes no puedan ir a la exhibición, conozcan a estas mujeres. Por ello también hizo un libro de estampillas, al que considera un homenaje, una forma de reconocimiento a sus aportes a la vida social de la ciudad y la región.

La investigadora de temas raciales de la Universidad Nacional de Colombia, Claudia Mosquera, destaca en el corpus que preparó la artista “la profundidad de la mirada de las mujeres negras”. Las fotografías, agrega, “detectan la tristeza del desarraigo unida al orgullo de saberse un ser humano con dignidad, con derecho a la libertad, a la rebeldía, al amor, a parir la vida muchas veces”. Tejiendo calle marca también el regreso de Ruby Rumié a su ciudad, después de Halito divino, en 2014, exposición en la que da una voz social y creativa a las mujeres que han sufrido violencia doméstica.

Nacida en Cartagena de Indias, Ruby Rumié realizó estudios de pintura, dibujo y escultura en la Escuela de Bellas Artes (1980-1982). Para la artista ver algo por primera vez, cuando siempre ha estado allí, es como correr un sutil velo entre lo visible y lo invisible, “siendo este velo nuestros antiguos y constantes estereotipos que nos mantienen, probablemente desde la colonia, en un adormecimiento o ceguera que ignora maravillosas y distintas realidades”.