Referendo en Italia: las regiones o Roma | El Nuevo Siglo
Foto Agence France Press
Sábado, 3 de Diciembre de 2016
Pablo Uribe Ruan @UribeRuan

Matteo Renzi, primer ministro de Italia, no lucha contra un partido político o una ideología en el referendo constitucional de este domingo. Su rival, más allá del No, son las costumbres del país, que por siglos han dominado las instituciones, la toma de decisiones y la relación entre Roma y las regiones.

La idea de una Italia unificada, como en otras partes de Europa, siempre ha estado marcada por los regionalismos. Tras la unificación a mediados del Siglo XIX, el país heredó algunas tradiciones del civilismo francés y del parlamentarismo inglés, pero su funcionamiento institucional siempre ha estado dominado por las prácticas locales. ¡Qué importan las normas de Roma!, es el grito, herido y retador, que se oye a escasas millas de África. 

No importa qué tan desarrollado esté Milán, en Nápoles, como narra Elena Ferrante en El País de España, “existe una belleza maravillosa que se torna fea”.  Así piensa el napolitano, que,  como el ciudadano de Palermo o Bari -sur del país-, no le quita el sueño el crecimiento económico del norte. Ellos, ante todo, tienen autonomía en sus decisiones, el mayor valor de la constitución italiana. 

Pero hay algunos, como Renzi, que no ven con buenos ojos el “exceso” de federalismo y autonomía de las regiones.

Por eso hoy se la juegan en un referendo en el que le van a consultar al pueblo si aprueba o no una modificación a la Constitución, para cambiar el complejo sistema político italiano. 

Si el referendo es aprobado, Renzi va modificar los poderes que tiene el Senado e intentara cambiar “el excesivo” poder de las regiones frente al centro, Roma. 

Renzi, como gran parte del empresariado italiano, considera que las regiones imponen “excesivas” trabas legales y políticas a los inversores que impiden que Italia tenga un mejor desarrollo económico. Los partidarios del Sí, muchos de ellos en las grandes ciudades, aunque tampoco exista una clara dicotomía ciudad-región como en el Brexit, dicen que buscan estabilidad en el gobierno, condiciones más fáciles para los inversores y seguridad económica. 

La inestabilidad del parlamento, Senado y Cámara de Diputados, es una de las mayores razones por las que el Sí va ganando en los sondeos. El “bicameralismo perfecto”, el mismo poder para ambas cámaras, ha hecho que Italia tenga un sistema legislativo complejo y lleno de obstáculos; un proyecto tiene que ser aprobado de manera idéntica en ambas cámaras. Por ello Renzi propone reducir el número de senadores, de 300 a 100, y establecer que sean elegidos por los gobiernos regionales, convirtiendo el Senado en una cámara regional. 

Estos cambios fueron aprobados en la legislatura pasada, en abril, por Senado y Cámara, modificando 44 de los 137 artículos de la Constitución italiana, cuya  aprobación fue en 1948 luego de la caída del régimen de Benito Mussolini. La esencia de este texto fue atacar, como era de esperarse, la autocracia y el centralismo, dos condiciones que marcaron el fascismo. 

A Renzi los promotores del No lo han calificado de una especie  de “mini dictador”, pero su afán de cambio es capaz de aguantar cualquier tipo de crítica. No quiere ser, como la mayoría de sus predecesores, uno más en la lista. Italia, como ningún país en Europa, ha tenido en los últimos 50 años 28 presidentes, que han gobernado en promedio 2 años y medio, una cifra que asusta al ser la séptima economía del mundo. 

El mayor riesgo de Europa

Gianfelice Rocca, jefe de la Cámara de Comercio de Milán, hace unos meses dijo que “el mayor riegos en Europa era el referendo en Italia”. En el momento en que fue preguntado por The Economist ya había pasado el Brexit, por lo que este empresario del norte de Italia  se atrevió a decir que una derrota del referendo sería una “catástrofe” para la economía continental. 

Los partidarios del Sí muestran el referendo como la oportunidad para lograr una Italia grande, con un sistema político más efectivo y mayores garantías económicas. Si pierden, las dinámicas regionales se afianzaran y el parlamento seguirá con un amplio poder, muchas veces inoperante. 

En la última aparición pública, Renzi dijo “se vota un referendo fundamental, no para el gobierno o para un partido, sino para el país entero", tratando de convencer a una población grande de indecisos. Aunque se arrepintió unos minutos después, el primer ministro de Italia llegó a decir que si perdía esta consulta renunciaba. Pero no, no será otro David Cameron, ex primer ministro de Reino Unido, quien dejó su cargo luego de perder en el Brexit.   

Las últimas encuestas, publicadas dos semanas antes, dicen que el Sí a la reforma obtendría un 55% frente al 45% del no, pero hay que tener en cuenta que la cuarta parte del electorado (47 millones de personas aptas para votar) sigue indeciso. 

Con la victoria del Sí, Italia entraría en una período de centralización del poder en el que Matteo Renzi, un socialdemócrata de 41 años que después de años de recesión logró un crecimiento económico sostenible de casi 1%, tendría más poder para decidir el rumbo económico y político de su país. 

Una decisión a favor del referendo sería un mensaje en contra  del “exceso de burocracia”, como Renzi ha calificado el sistema político italiano. Los burócratas no están particularmente en Roma, sino en cada una de las 20 regiones de Italia, donde cualquier proyecto agro industrial, por hablar de alguno, requiere varios permisos que pasan por diferentes personas. 

Italia aparece en el puesto número 50 en la Organización para la Cooperación y Desarrollo Sostenible (OCDE) en cuanto la eficiencia de los procedimientos legales administrativos. Esto, según los partidarios del Sí, se explica por la inoperancia del sistema judicial y la falta de leyes que obliguen tanto a empresas como al Estado a cumplir los contratos. 

Ante esta realidad, Renzi está buscando una mayor concentración del poder para lograr un estado fuerte que esté por encima de las regiones. Más que un intento por volverse un “superpoderoso”, busca  mayor eficiencia política y económica. Pero, ¿eso no lo lleva a suprimir  dinámicas regionales que vienen desde hace siglos?

El “súper César”

Los críticos del No dicen que la reforma constitucional que plantea Renzi le da demasiado poder. El jefe de Estado, en caso de ser aprobaba, tendría cinco años de mandato, con amplia posibilidad de contar con una mayoría parlamentaria, y, los senadores no serían elegidos por el voto popular sino por los jefes regionales, generando más corrupción, al caer, posiblemente, en el pago de favores a cambio de puestos.

Tampoco es claro qué tanto Italia podría funcionar como una economía nacional. Como el resto de economías de la zona euro, el país está atado a las disposiciones que dicta la Comisión Europea, cuyas cabezas más visibles son Ángela Merkel y François Hollande, presidente que dejará el poder el próximo año.

En los últimos encuentros del bloque, Renzi ha dicho que busca flexibilizar la economía de su país, aumentando el nivel de gasto. Ante la negativa de Merkel y Hollande, ha mostrado su faceta rebelde y no ha hecho declaraciones en conjunto con ellos, como sucedió en Bratislava, cuenta The Economist. 

La flexibilización económica que busca el Gobierno parece un sueño irrealizable, ante la magnitud de las deudas que enfrenta el fisco italiano. El país está agobiado por la bancarrota del sector bancario y afronta una deuda pública de 137,2%, situación que obliga a Renzi a seguir las recetas de austeridad que estipula la Unión Europea, sin desviarse en lo más mínimo. 

La mayoría de partidos políticos, incluso líderes dentro de su grupo, Partido Democrático, han hecho campaña en contra del referendo constitucional. Entre ellos, se encuentra el Movimiento 5 Estrellas de Beppe Grillo, aquella agrupación anti sistema que inició como una revuelta ciudadana por las redes sociales y hoy se ha convertido en la segunda fuerza política de Italia. Y también se opone Forza Italia, partido dirigido por el exmandatario Silvio Berlusconi, y la derecha de la Liga del Norte, conocido por sus posiciones antieuropeas. 

Los resultados del referendo constitucional son inciertos. Existe una tendencia a favor del Sí, pero esto no significa mucho luego de lo que pasó en Reino Unido donde el Brexit ganaba por más de cinco puntos. Puede, en esta ocasión, pasar lo mismo: un rechazo al modelo europeo y estadocentrista. 

Italia es un país muy complejo a nivel social, político e institucional, como Robert Putnam explica en su libro “Making Democracy Work. Civic Traditions in Modern Italy”. En él concluye que existe una gran diferencia entre la región norte y la sur por el tipo de relaciones que configuran las instituciones. En el norte, existe un esquema “de relaciones horizontales de tipo republicano”; en el sur, hay un esquema que viene del Imperio Normando: rígido y vertical.

En toda caso, estas relaciones “preconfiguran históricamente” el nexo entre instituciones y ciudadanía, por eso el cambio de modelo constitucional que propone Renzi, así gane, parece difícil de aplicar en el sur, especialmente, pero también en el norte, donde existe una tradición de autonomía regional que viene desde las ciudades estado (baja Edad Media). 

Hoy, como en mayo 5 en Reino Unido, los italianos pueden darle otro golpe a la Unión Europea y decidir que su modelo regional, burocrático y centenario es mejor que el centralismo que propone Renzi. Pero si éste gana, también va acumular más poder, buscando la flexibilización fiscal que tanto le molesta al bloque. En Bruselas, como quien dice, ya esperan el golpe.