Redescubriendo la música china en el Teatro Mayor | El Nuevo Siglo
Foto cortesia
Sábado, 3 de Diciembre de 2016
Emilio Sanmiguel

La presentación de la Orquesta Nacional tradicional de China en el Teatro Mayor, más que un concierto, que lo fue, en realidad fue una revelación. Por muchas razones.

En primer lugar porque las experiencias del público, entre quienes desde luego me incluyo, no han ido más lejos de las presentaciones de la Ópera China, que en varias oportunidades ha visitado el país en las últimas décadas, incluido el menú de los Iberoamericanos de teatro.

No hay que pasar por alto el hecho de que se trata de una tradición sonora que difiere sustancialmente de la occidental en su esencia misma, es decir, en el concepto de la contemplación, que es casi la razón de ser del arte sonoro de occidente con la función utilitaria de la música de los chinos.

Además, conviene recordar que la escala cromática de doce tonos de occidente, que hunde sus raíces en la Grecia Antigua es muy diferente de la pentatónica china. El manejo rítmico y, por supuesto armónico, aunado al sofisticado desarrollo instrumental de los chinos pues, necesariamente permite la creación de un universo sonoro que, paradójicamente por novedoso, toca la sensibilidad del oyente.

Finalmente, hay que tener en cuenta el rol protagónico de los instrumentos, tal y como lo pudo observar el público, pues a lo largo de la mayor parte del espectáculo, actuaban, prácticamente en una atmósfera camerística, para usar un término familiar.

Pero todo esto es en realidad una teoría; pues lo que interesa es el resultado de una experiencia concebida de tal manera que permitía a su vez el aprendizaje y el disfrute.

Con revelaciones inimaginables, porque a lo largo de las casi dos horas de concierto, los conceptos de que hablaba, es decir, de la esencia utilitaria de la música china, versus la contemplativa de occidente, perdieron su solidez, pues obras con miles de años de tradición parecían llegar al presente de una manera casi profética. Seguramente más de un espectador haya sentido que en la “Emboscada de diez lados”, que cerró la primera parte del espectáculo, los chinos hace más de mil quinientos años descubrieron el rock.

El espectáculo desde el primer minuto captó la atención del auditorio, por esa atinada mezcla de textos explicativos, con la seductora puesta en escena, el manejo coreográfico y, claro, el virtuosismo de los intérpretes y la belleza y delicadeza de los instrumentos.

El final, con la orquesta completa en el escenario, y la actuación del Coro Infantil de la Orquesta Filarmónica, interpretando la “Ruta de la seda” estuvo cargado de emoción, porque ver el escenario del teatro con más de un centenar de intérpretes, en una organización que permitía analogías con las orquestas sinfónicas, pero, con instrumentos cuyos orígenes se remontan a miles de años, fue realmente memorable.

Lo que interesa, lo realmente fundamental de la experiencia fue ese mensaje que llegó desde el escenario del Mayor: es en el respeto de la tradición que se basa la fortaleza de las civilizaciones y su capacidad para llegar al presente con fortaleza.